Nieve en Trillo
15/12/2013 - 00:00
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No seré yo quien se aventure por la Serranía del Ocejón cuando los Hombres del Tiempo anuncian nevadas. Pero sí por los altiplanos de la Alcarria. Ya dije en otra ocasión en esta misma columna que esos especialistas se equivocan mucho. Y cuando se refieren a nuestra provincia, más. Pero la nieve y la alta montaña son tan consubstanciales que cuando anuncian nieve en las alturas me lo creo. Otra cosa es cuando generalizan, pues más de una vez han anunciado lluvias en Guadalajara y luego caen cuatro gotas, pero, eso sí, llueve en serio en Alcalá de Henares y Madrid. La semana pasada no oí que predijeran nieve en la provincia, pero lo cierto es que nevó en la Alcarria porque el sábado, cuatro días después de una ligera nevada, había manchones de nieve helada en las umbrías de Trillo y en alguna sombra de arbustos en su balneario, a pesar de que está en la orilla del Tajo, que por allí discurre lento y profundo. Por lo menos, desde el esbelto puente, casi pasarela, que une ambas orillas, calculamos una profundidad de cinco o seis metros de aguas limpias y transparentes, propicias para la zambullida (en el mes de agosto, claro) según comentario de mi acompañante, más lanzado que yo. Contrastaban esos restos de nieve helada con el puro azul del cielo, en el que un sol, nada engañoso, entibiaba el ambiente a medida que avanzaba la mañana hasta el punto de que algunos clientes tomaban el aperitivo en las terrazas, a pesar de que el termómetro marcaba bajo cero a primera hora. Por cierto, había por lo menos cincuenta coches en el aparcamiento del balneario lo que demuestra el acierto del Ayuntamiento de Trillo al recuperarlo. Regresamos por un itinerario poco habitual, pero muy sugestivo, que discurre a lo largo del Tajo hasta Durón, con parada en El Cruce, desde cuyos ventanales esta vez no se veía neviscar y algaracear en las alturas de El Olivar. El recorrido, de unos 15 kms. desde Gárgoles de Abajo, merece la pena, pese a sus muchas curvas, porque discurre a bastante altura sobre el Tajo desde la Boquilla de Gualda, paraje propicio al bandolerismo en otros tiempos, hoy lugar vigilado por la Guardia Civil por su cercanía a la central nuclear, el Tajo, ya embalse de Entrepeñas, se remansa en un largo fiordo entre frondosos pinares, con Mantiel en las alturas, y las Tetas de Viana omnipresentes, y se ensancha en Durón ante el viaducto. Luego, por Budia nos incorporamos a la N-320 en El Berral.