No es cosa de hombres

30/10/2010 - 00:00 Victoria Lafora

Muchos de los análisis positivos sobre el cambio de Gobierno llevado cabo por Zapatero hacen mención a la recuperación del poder por parte de hombres con barba y pelo cano. Asociando así, lo que estos opinadores consideran frivolidad y falta de consistencia de los anteriores ejecutivos socialistas, a la excesiva presencia de ministras. El golpe de timón, tan necesario en la forma de comunicar a los ciudadanos las recetas para salir de la crisis o el recorte en el gasto que ha obligado a reducir carteras como pedía toda la oposición, es para algunos, simplemente, quitarse "bibianas" de encima. En estos días, en los que parece que el insulto se ha convertido el arma habitual del debate político, y donde las más groseras descalificaciones hacia las mujeres que ocupan un cargo público salen gratis, hay que ser especialmente cuidadoso con el enaltecimiento del poder de "vuelve el hombre"; porque lo que puede que vuelva es la involución. Los anteriores Gobiernos de Rodríguez Zapatero han perdido crédito ante los ciudadanos por no saber diagnosticar a tiempo la crisis que se nos venía encima y no tomar a tiempo, consecuentemente, las medidas necesarias para parar la sangría del desempleo. Los ministros, todos, hombres y mujeres, por obra y gracia del Presidente, se convirtieron en meros comparsas de su hiperactividad. Zapatero ha sido, según el momento, responsable de Industria, de Ciencia, de Cultura, de Exteriores o de Economía. Y sus ministros desautorizados, reiteradamente, en público y obligados a rectificar. Este Gobierno es mejor que el anterior, sin lugar a dudas, pero no porque en el gabinete haya más hombres que mujeres. Sostener lo contrario, y sobre todo, hacerlo sin argumentos es puro machismo. Si los primeros ejecutivos del Presidente fueron evanescentes no es por la destacada presencia de ministras sino porque su responsable quiso hacer una revolución generacional y posmoderna donde el mérito no estaba en la experiencia y la formación política si no en la juventud e imagen del candidato a ministro. Se gobernó de cara a la galería, a golpes de marketing político. Los consejos de los asesores de imagen y de campaña eran ley en Moncloa. La Política, con mayúsculas, estaba pasada de moda. Solo una mujer, madura por cierto, tuvo claro el rumbo: María Teresa Fernández de la Vega, cuyo valor como vicepresidenta no tiene nada que envidiar a Alfredo Pérez Rubalcaba y así lo han valorado los españoles en las encuestas. Luego, no es cuestión de hombres o mujeres es cuestión de rigor, de preparación y de solvencia. . . ..