No frivolicemos con la atención médica
26/01/2013 - 00:00
Las cosas andan revueltas en al mundo rural con referencia a nuestra comunidad autónoma que, no sin razón, ha optado por recortes presupuestarios en su empeño de subsanar, en un periodo limitado de tiempo, la precaria situación económica con la que el nuevo gobierno encontró a su llegada las arcas regionales. No había otro remedio y era preciso actuar. Hasta ahí, todo correcto; aunque los ciudadanos de a pie no estuviesen, o estuviésemos, todos de acuerdo en todo. Es inherente a la humana condición lo de quejarse cuando algo le molesta, e intenta con lo que esté a su alcance procurar evitarlo. De esto la clase media española sabe mucho, y mucho es lo que tiene que decir como principal receptora de los malos vientos que soplan en épocas de crisis. De los poderosos no vamos a hablar, pues ven los toros desde la barrera y no pocos incluso sin haber pagado entrada, sin aportar un sólo céntimo al coste de la fiesta.
Pienso que sin haberse detenido antes a establecer un orden de prioridades a la hora de apretar las clavijas, de forzar al honrado contribuyente, o de privar de ciertos servicios al ciudadano (son distintas formas de ahorrar), la Junta de Comunidades decidió cortar los servicios de atención sanitaria nocturna a veintiún Puntos de Atención Continuada de la región. Si hay dos cosas con las que no se puede jugar frívolamente, una de ellas es la salud de las personas -la otra la dejo a criterio del lector-, y menos todavía de aquellas que por motivo de edad o de residencia en lugares alejados de los grandes centros sanitarios, se encuentran en situaciones de riesgo permanente, por lo que precisan de una atención también especial como consecuencia.
El Tribunal Superior de Justicia ha tenido que salir al paso de este abuso, ordenando la suspensión cautelar del cierre de las urgencias nocturnas que había entrado en vigor días antes al considerar, creo yo, que nuestros paisanos de los pequeños pueblos y aldeas están programados para no ponerse enfermos de gravedad en horas de la noche. He vivido el doloroso drama del fallecimiento repentino de un familiar cercano hace sólo unos meses en nuestra casa del pueblo. La asistencia puntual de la doctora y su equipo de guardia de uno de los centros médicos de la provincia, quedan en la memoria como ejemplo de puntualidad y de trabajo responsable. Eran las nueve y media de una noche de finales de septiembre.
Fue un caso extremo, sí; pero en el que queda de manifiesto la importancia de la inmediatez del servicio en el vivir diario de los pequeños pueblos. Existirán razones, sobre todo de carácter económico, que aconsejen prescindir de ese servicio: no lo pongo en duda; pero la vida de una sola persona que se malogre por falta de atención médica, es motivo que incita a la protesta. ¿De cuántos sitios: asociaciones, subvenciones improcedentes, sueldos abusivos o injustificados, gastos prescindibles, se debería echar mano antes de cerrar los servicios de urgencia nocturnos en los centros médicos de nuestros pueblos? .