No ponga que fui ministro, por favor

01/11/2010 - 00:00 Antonio Pérez Henares

Al paso que vamos, y que lleva este presidente nuestro que amenaza con convertir en chatarra todo lo que toca, como un pésimo aprendiz de brujo al que la piedra filosofal le sale por la culata, cualquier día de estos, que es casi ya, va a haber quien se avergüence de haber ocupado el cargo que otros luego han ocupado. O sea, que haber sido ministro ... o ministra, para caer de lleno en la estupidez lingüista imperante, empiece a ser cosa no de orgullo sino de desdoro dado el pelaje y bagaje de algunos que crecientemente lo están siendo. Vamos que a la hora de redactar alguna biografía de méritos y al intentar ponerles "y desde el año tal al tal, ministro del Gobierno de España" repliquen, como picados por una avispa: "No. Por favor, eso mejor lo deja". Porque ser ministro ha dejado de ser lo que era. Que era siempre cosa de mucha cartera y de campanillas. Se suponía que si llegabas, fuera quien fuera quien te hiciera, Suárez, Calvo Sotelo, Felipe o Aznar, era por ser algo y alguien. Porque, al margen de ideologías y otras hierbas, en lo tuyo destacabas y para la cosa valías. Esto era así hasta con Franco, que fuera por general y hasta muy tremendo y muy bestia, o por tecnócrata muy López, pues se suponía, que si, que fascista claro y mejor ser un trecho largo pero hasta en ello había clases. Facha por supuesto, pero de un nivel y una relevancia. Pues ya ven ahora quienes llegan y han llegado a ministros... y ministras (y conste que no lo digo por Rubalcaba o Jáuregui, que defectos tendrán, pero no el de tontos) con que méritos, con que bagaje y con que nivel y preparación para el cargo que han de desempeñar. Si bajamos el escalón y vamos a los ministrillos autonómicos y otros cargos públicos la cosa se hace ya de salir huyendo. Pero despavoridos, vamos. Para que encima nuestra casta política se queje de que están muy mal valorados y que el pueblo los considere uno de los máximos problemas nacionales. ¿Pero que otra cosa podemos de considerar a esas enredaderas partidistas que proliferan en todos los partidos y trepan y acaban asfixiando el árbol al que se agarran?. No quiere esto decir, ni por lo más remoto, que haga falta ser el empollón número uno, ni tener tres carreras y el primero de su oposición a la abogacía del Estado. Para nada. Gentes autodidactas, porque no han tenido los posibles que otros, esforzadas e inteligentes, son ejemplo magnífico de lo contrario en muchas esferas de la vida. Es otra cosa de la que aquí se habla. Es de que gentes sin mérito en nada, sin otro bagaje que haber sabido ascender en la privanza y los escalones del partido, ocupen hoy este cargo, mañana el otro y así hasta que de propina obtengan la pensión del siglo y el puesto vitalicio soñado. Que les den cartera de ministro de lo que no saben ni papa porque excepto de consignas y trepar no saben ni papa de absolutamente nada. Y son ministros...y ministras. Así que entendería a quienes lo fueron por sus méritos que se puedan resistir a ponerlo en el CV. Porque con el pelaje de muchos de los que están ocupando las carteras es ya como para no alardear de ello. "¡Quite, quite, lo de ministro eso no lo ponga, hombre, que me hunde en la miseria y ya no hay quien me contrate en la privada!" . . ..