No sabemos vivir (bien) sin electricidad

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Ortiga
Ayer, miles de vecinos de la capital se quedaron sin luz, sin previo aviso, de manera repentina, motivo de molestias e incomodidades que para muchos supusieron, y es que no sabemos lo que tenemos y de lo que gozamos hasta que lo perdemos.
Aquellos que se disponían a ducharse para salir de casa y casualmente su caldera fuera eléctrica, pasaron el frío día todavía más congelados que el propio clima, pues tuvieron que ducharse con agua fría. Además desayunaron también leche fría, pues en una sociedad en la que el gas tiene cada vez menos aceptación y más el microondas y la vitrocerámica, la electricidad se convierte todavía en más indispensable. Dos necesidades básicas del ser humano, la higiene personal y la alimentación, fueron truncadas, así, de entrada. Pero la cosa dio para mucho: ni secador de pelo, ni calefacción, ni noticias de la mañana en la radio, ... todo despropósitos. Y a la hora de salir de casa, también problemas. Los que viven en un octavo tuvieron que empezar con algo de ejercicio, pues el ascensor tampoco funcionaba, y cuidado con dejarse algo en casa. Y si al salir había que sacar dinero porque se iba sin blanca, así se siguió porque muchos bancos tampoco pudieron trabajar. Mejor hubiera sido quedarse en la cama.