Noticias con mayúsculas

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Editorial
Ayer era día de noticias con mayúsculas. Por la tarde la que fuera delegada de la Junta de Comunidades en Guadalajara entre 1999 y 2003, Magdalena Valerio, regresaba a la provincia después de siete años desempeñando distintos cargos de consejera en Toledo, para iniciar una nueva etapa en su vida política.
Sin embargo, ni la presencia del presidente regional, José María Barreda, en un acto que se caracterizó por la emotividad, fue capaz de desplazar de la actualidad la lamentable muerte de un joven de Cifuentes a manos de un familiar. La conmoción invadía esta localidad el pasado martes cuando de boca en boca se iba corriendo el rumor de la desaparición de este cifontino de 30 años al que, los que le conocían, la calificaban de afable y bueno. Se trataba de un chaval, normal, de los que se dedican a trabajar y a convivir de forma pacífica. De ahí que el temor se adueñase de la localidad: nadie podía imaginar el porqué de una desaparición tan extraña. Todo eran rumores, en los primeros momentos y, aunque siempre se temió lo peor, el triste desenlace lo conocíamos ayer. Lamentablemente, nadie pudo evitar que la sinrazón mezclada con la desesperación arrebataran de cuajo el futuro de un chico que tenía toda la vida por delante. El pueblo se sumió en el dolor y en la desazón de lo incomprensible. Sin embargo, y aún cuando en este tipo de acciones no se puedan sacar conclusiones positivas hay que destacar la labor que en apenas 48 horas han realizado las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que, a pesar de la escasez de indicios, han dado en tiempo récord, con el autor de tan execrable crimen. Pero también hay que destacar, en este caso, la responsabilidad social de los medios de comunicación provinciales (como reconocía la propia subdelegada del Gobierno) que, aún conociendo la noticia, han guardado un tenso silencio informativo para evitar perjudicar las investigaciones prefiriendo dar a conocer la liberación del retenido que su supuesto secuestro. Al final, no pudo ser. En esta ocasión todos nos hemos quedado con la congoja de no haber podido informarles en positivo. Sin embargo, nos queda la triste satisfacción de haber obrado en conciencia.