Noviembre

08/11/2020 - 13:12 Pedro Villaverde Martínez

Merece, pues, la pena que en este ajetreado vivir, apartarse un tanto y pensar en los que nos precedieron y en cuantos han muerto por este virus. 

Ya se ha iniciado este mes de noviembre que nos lleva al frío y al invierno. Las Festividades de Todos los Santos y el recuerdo de los difuntos suelen ocupar páginas en su recuerdo… Este año noviembre tiene connotaciones especiales al encontrarnos al borde de un nuevo confinamiento.Nos encontramos en una situación muy particular, en estado de alarma, con toques de queda y restricciones varias.

  En estos últimos tiempos hablamos de perplejidad, y confusión. El tema de Cataluña ahí está también, con elecciones a la vista, gobierno en funciones y esperemos que su resolución final sea la mejor para todos, aunque parece haberse apagado un poco el fuego independentista. La política se ha politizado y valga la redundancia en demasía. Buen regalo nos hicieron los dioses al transferirnos el arte político, sin duda alguna, más que necesario. Alguien podrá decir que la Política la tenemos hasta en la sopa…nada extraño si recordamos la definición de hombre como animal político. Nosotros hoy, tras mencionar la situación excepcional que vivimos,  queremos dedicar unas líneas a la venerable tradición de visitar las tumbas de nuestros antepasados en este primero de noviembre, festividad de todos los Santos. Los cementerios son punto de reencuentro familiar para visitar las tumbas de los antepasados, ponerles algunas flores y rezar alguna oración, si creemos, por ellos. Tradiciones que esperamos sigan adelante a pesar de que otras cuestiones muy importantes converjan en el mismo día. No podemos, pues, por menos que dedicar un recuerdo a nuestros seres queridos que nos dejaron y que según nuestras creencias gozan ya de ese bienestar eterno al que todos los creyentes aspiramos. Merece, pues, la pena que en este ajetreado vivir, apartarse un tanto y pensar en los que nos precedieron y en cuantos han muerto por este virus.