Nuestra Señora del Pilar y Santiago

10/10/2010 - 07:00 Jose Sanchez

Según una antigua y venerable tradición, el Apóstol Santiago, el hermano de Juan, fue uno de los Apóstoles, otro sería San Pablo, que predicaron el Evangelio en España. Como consta en los Hechos de los Apóstoles, fue decapitado por el Rey Herodes, en Jerusalén, siendo así el primero de los Doce en dar la vida por el Señor.

Siguiendo la antigua venerable tradición, se recuerda la presencia y ministerio evangelizador de Santiago a orillas del Ebro, donde habría sido confortado y alentado por la aparición de la Madre del Señor, que se venera en Zaragoza, en Aragón, en toda España y en el mundo católico hispano con la advocación de Nuestra Señor del Pilar, el 12 de octubre, el próximo martes. Otro dato importante en la tradición sobre Santiago Apóstol y su relación con España es que sus discípulos trasladaron el cuerpo del Apóstol martirizado hasta el finis terrae, es decir, hasta los confines del mundo entonces conocido, hoy la costa de Galicia en el Noroeste de la península. En el Siglo IX se descubre el sepulcro, que, según datos fiables, corresponde al Apóstol Santiago. Así se venera.

La peregrinación a Santiago de Compostela, desde entonces, reforzada después, en el Siglo XII, por la declaración del Año Santo Compostelano cada vez que su fiesta, el 25 de julio, cae en domingo, constituye un medio extraordinario de conversión al Señor por mediación de su Apóstol y una manifestación extraordinaria de la auténtica piedad cristiana.

El Camino de Santiago o los diversos caminos, que convergen en Santiago de Compostela y de allí parten en el regreso de la peregrinación, se ha convertido, en una de las rutas más importantes del mundo, desde luego de Europa, para la cultura, el arte y la religiosidad. También obviamente para el turismo.

En estos días, incluido el día de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, un numeroso grupo de unos trescientos diocesanos de Sigüenza-Guadalajara, acompañados por varios párrocos, por el Vicario Episcopal para la Vida Consagrada y por mí, como Obispo diocesano, hacemos el Camino de Santiago, si no con el sacrificio de los que andan un largo recorrido, pues nosotros sólo recorremos a pie un pequeño trecho final, si con la devoción que se pide a todo peregrino auténtico. A Santiago se va a obtener la gran perdonanza, a orar, a celebrar los Sacramentos, a conocer más de cerca al Apóstol y las enseñanzas de los Apóstoles, a aprender de Santiago su firmeza en la fe, su confianza y fidelidad en el seguimiento del Señor, su amor a Jesucristo y a los hermanos, su celo por la evangelización, su interés por la extensión y arraigo del Reino de Cristo en nuestra tierra y su compromiso incondicional por su Maestro y Señor hasta dar la vida por Él. Esperamos y pedimos al Señor, contando también con la oración de todos los diocesanos en estos días, que cuantos hacemos la peregrinación a Santiago de Compostela, cuantos ya la han realizado y los que aún irán durante este Año Jubilar vivamos la experiencia del encuentro con el Señor por la mediación de su Apóstol, experimentemos una verdadera conversión y volvamos iluminados por la luz que irradia Santiago de Compostela, que no es otra que la Luz de Cristo o Cristo Luz.

Que la coincidencia providencial de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar durante nuestra peregrinación sea también un motivo y una llamada a acudir con renovada devoción a la Madre del Señor y Reina de los Apóstoles para que nos alcance de su Hijo, a imitación del Apóstol Santiago, su fidelidad en el seguimiento del Señor y su celo apostólico.