Nuestra Universidad

23/02/2019 - 12:31 Luis Monje Ciruelo

El convenio a cuatro bandas consolida la Universitas Complutensis de Guadalajara. 

El convenio  firmado por cuatro Instituciones: Autonomía, Ayuntamiento, Defensa y Universidad de Alcalá para construir el nuevo “campus” alcarreño casi en el centro de la ciudad, puede decirse que consolida la que pudiéramos llamar Universitas Complutensis de Guadalajara, porque nunca debemos olvidar que si vamos a tener de hecho nuestra propia Universidad a la buena voluntad de la de Alcalá se lo debemos. Y podemos  personalizar nuestra gratitud en sus sucesivos rectores, todos propensos a ello desde que en 1969, alcalaínos y alcarreños sufrimos la gran decepción de que la Universidad Autónoma de Madrid, creada por una orden del Ministerio de Educación de noviembre de 1.968, para ser construída en 200 Has. de terrenos de  la Base Aérea de Alcalá,  por un decreto del mismo Ministerio  de fecha 10 de abril de 1969, cinco meses después, se definían los nuevos terrenos para dicha Universidad en El Goloso, provincia de Madrid, aunque todavía, en una Orden ministerial de 23 de enero, se mantenía oficialmente la ubicación de Alcalá.  Es decir,  se prescindía de la cantada tradición literaria y universitaria de Alcalá de Henares, y del compromiso tácito  de devolución  o resarcimiento que la capital de España adquirió cuando la famosa y centenaria Universitas Complutensis, creada por Cisneros en Alcalá,  fue trasladada a Madrid. Los alcarreños, me apresuré a decir en una crónica en ABC “nos unimos a la decepción  de los alcalaínos por ese desaire a su ciudad, y lo hacemos también egoístamente porque el cambio supone  alejar la Universidad de los quince minutos conque la tendríamos en Alcalá, a más de hora y media hasta El Goloso”. Y comentaba en mi crónica que estando en Alcalá, muchas familias de técnicos y altos funcionarios que practicaban el “guadalajarismo” diariamente, se asentarían en nuestra capital en beneficio de sus hijos, y de ellos mismos, al disponer aquí  de mayor sosiego para el estudio, sin contar la mayor pureza de la atmósfera en una ciudad provinciana que comenzaría a industrializarse como polígono para la descongestión industrial de Madrid por decreto de seis meses antes. Y terminaba mi indignada crónica de padre de un estudiante a punto de ingresar en la Universidad, formulando, sin pensar en la censura de Prensa, la pregunta que estaba en los labios y la mente de todos: :”¿Porqué este cambio de planes? ¿Porqué?” (Pero nadie respondió)