Nuevo Año

05/01/2019 - 13:11 Luis Monje Ciruelo

A los jóvenes, el futuro, el final de la vida, les preocupa poco por creerlo lejano, aunque nunca se sabe.

Al comenzar cada nuevo año, que todos nos deseamos mutuamente venturoso, nos sentimos preocupados, más los ancianos que los jóvenes, ante las incógnitas que nos traerán aparejadas los próximos doce meses. No sé si pagaríamos lo que nos pidieran a augures, arúspices, vaticinadores y pitonisas, que tanto crédito tuvieron en la antigüedad, para que nos adelantaran las novedades que el nuevo año nos tiene reservadas. Dada la poca, más bien nula, fiabilidad que modernamente nos merecen supongo que no, a no ser que los acontecimientos que nos anunciaran fueran buenos, lo que me hace recordar la anécdota de aquel que fue al médico y le pidió que le dijera la verdad de lo que padecía. “Pero que sea buena, ¿eh?”.

                  A los jóvenes, el futuro, el final de la vida, les preocupa poco por creerlo lejano, aunque nunca se sabe. Con veinte años en el corazón, la muerte parece un sueño. Y, sin embargo, se muere. Ya lo dijo Cervantes: “La muerte no duerme la siesta. A todas horas siega la yerba, lo mismo la verde que la seca, aunque a los viejos nos espera  en la puerta y a los jóvenes a salto de mata”. Pese a que yo soy de los primeros, no quiero escribir una brújula triste, hipocondríaca, aunque me lo pida el cuerpo, digo el espíritu, pero no por ello renuncio a reflexionar, tal vez con vulgaridad, sobre la muerte. A los jóvenes les parecerá un tema lejano, pero a diario vemos las sorpresas que da la Parca, algunas veces al revés. Por ejemplo, yo, de joven, me conformaba con llegar al año dos mil, o sea con cumplir 76 años, y sin embargo, entramos en el 2019, y aún con las limitaciones que me produjo el ictus que padecí hace tres años, aquí estoy haciendo planes de artículos y libros para un futuro que será, lógicamente, más bien corto que largo. Ya lo apuntó Horacio: “No hay anciano, por viejo que sea, que no piense que puede vivir varios años más” Muchas frases y pensamientos nos han dejado los sabios de la antigüedad a este respecto, incluso antes de Jesucristo. El mismo Horacio escribió “si alguien me pudiera demostrar que después de esta vida no hay nada le ruego que no trate de convencerme porque esa creencia en otra vida me hace feliz”. Según la Mitología griega, la Parca tiene un pacto con Caronte para que cruce en su barca las almas de los muertos por la laguna Estigia a cualquier hora del día y de la noche.