Nuevos viejos
Es cierto que vivimos más, por la prórroga, y mejor, por el aumento de la calidad. Los mayores nunca han vivido como hoy. Más que la edad importa cómo se afronte.
Los demógrafos, y algunos políticos si cuadra para vendernos alguna moto, recuerdan a menudo que la España despoblada es además una España de viejos. Que el nacimiento de un niño hace unos días en un pueblo de Soria sea un notición, incluso fuera de la provincia, da fe de la envergadura de un problema que afecta a muchas comarcas en las que todavía sigue viviendo gente.
El fenómeno tampoco es exclusivo de nuestros pueblos, aunque se aproveche el verano para condecorar a centenarios. Por dar algún dato, los mayores de 60 años que vivimos en España, la llamada Generación Silver (plateada), ya sumamos 11.600.000. Un cuarto de la población total, que, pandemias mediante, se irá incrementando los próximos años.
El paleontólogo Arsuaga advierte de que la esperanza de vida al nacer equivale a la edad promedio de muerte y depende enormemente de la mortalidad infantil. En cualquier caso, no es sinónimo de longevidad, precisa. Me he topado estos días con la advertencia de Pascal Bruckner en su recomendable libro El instante eterno: “Lo que la ciencia y la tecnología han prolongado no es la vida, sino la vejez”. Por eso hay más mayores, más afectados de Alzheimer, más dependientes, más consumo de medicamentos y más operaciones de estética que nunca.
Si se hubiera prolongado la vida, por ejemplo entre 30 y 40 años de edad, no sería un avance científico-técnico, sino un milagro, algo imposible. Es cierto que vivimos más, por la prórroga, y mejor, por el aumento de la calidad. Los mayores nunca han vivido como hoy. Más que la edad importa cómo se afronte y los poderes públicos permitan.
El filósofo francés sostiene que la edad más apropiada para sentirse feliz es 70 años “gracias a la despreocupación y al buen humor frente a la crisis”. Pero, “llega un momento en que la salud consiste en pasar de una enfermedad a otra”, ironiza. Del cardiólogo al endocrino y del reumatólogo al urólogo. Es lo que tienen las prórrogas o alargues, como dicen en Suramérica, no sólo en el fútbol. Y, eufemismos aparte como tercera edad o seniors, ser viejos.