Ocupación y preocupación

08/01/2019 - 11:53 Jesús Fernández

 La izquierda ha creado una clase media que se cree el marxismo a medias. Ya no hay diferencia entre el capitalismo de otros y el comunismo de ellos. 

El conjunto de la izquierda está formado por una serie de alianzas con finalidad compartida: la ocupación del poder. Desalojar a los que lo tienen para instalarse ellos y sus amigos. Decimos ocupación para rebajar las resonancias del asalto a los cielos y al gusto de los placeres. Creíamos que la izquierda combatía una forma de vida basada en la autoridad, en la austeridad en la Constitución, en la ley pero resulta que los autoritarios son ellos. La pretendida superioridad moral de la izquierda se ha roto ante la salivación del poder. Han abandonado su idealismo anárquico y utopía para convertirse en pequeños (o grandes) burgueses. Creíamos que perseguían la  dominación y supremacía, y la cultivan más radicalmente convirtiendo sus partidos en regímenes totalitarios.

Viven en la democracia para ir contra ella. En ese subjetivismo, egoísmo de pequeño burgués, se han creado una forma de vida confortable y vulgar de marxismo aparente. La izquierda ha creado una clase media que se cree el marxismo a medias. Ya no hay diferencia entre el capitalismo de otros y el comunismo de ellos. Aspiran a ser clase propietaria, no  la clase proletaria. Con ello prenden ser la clase dominante y totalitaria. Tienen celos de que les salgan competidores o que les adelanten por la izquierda, como en la carretera. Confunden el poder del Estado con el poder de ellos pues ellos mismos son el Estado. Ya no distinguen. Pretenden ser la clase dominante y totalitaria a través de los aparatos del sistema. Parecen muy fuertes, pero les quitas el poder y aparecen vulnerables e impotentes. Nos presentan la libertad como único poder y no viven más que para ocupar el poder sin libertad. 

Mientras unos están ocupados en el asalto al poder, otros en Europa pueden estar preocupados por el avance de esa izquierda revestida de populismo como si de  masas hambrientas se tratase. Para ellos, no se trataría  de suprimir todo poder sino de ocupar el máximo de poder. Por lo demás, nadie teme al poder,  a las consecuencias de su uso y abuso. Con el poder se creen inmunes a cualquier otro poder, porque, a su vez, creen en el absolutismo. Después del poder no hay nada. Y ellos no son nada sin el poder.