Otegi y el Rey

18/03/2011 - 00:00 Rafael Torres

Manifiesta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en su sentencia favorable a Arnaldo Otegi y contraria al Tribunal Supremo de España que le condenó a un año de cárcel por criticar acerbamente al rey, que la defensa de la libertad de expresión está por encima de la corrección política, sobre todo cuando su ejercicio "hiere, choca o preocupa" al gobierno, a los jueces o a la Corona, porque es precisamente en esos casos cuando las instituciones acreditan o no pertenecer a la esfera de la verdadera democracia. Y añade: "Sin el pluralismo, la tolerancia y el espíritu abierto no hay sociedad democrática". Por lo demás, y al hilo de las consideraciones que fundamentan la resolución absolutoria de Otegi y la censura de la sentencia que le condenó injusta y desproporcionadamente a un año de privación de libertad, el Tribunal Europeo, máxima instancia judicial de la UE, sentencia que el rey no debe tener un privilegio especial que le blinde, cuando menos, de las críticas de los ciudadanos que, entre otras cargas, corren con los gastos de la institución que representa. Más claro, el agua. Es cierto que la cuestión de ETA y del partido satélite que, con diversas denominaciones, ha venido obrando como su brazo político, es tan distorsionador como sensible para un país que ha padecido durante más de 30 años los zarpazos del terrorismo, pero no lo es menos que la fortaleza del lado de acá para combatirlo y vencerlo reside única y exclusivamente en su indesmayable sumisión a la ley y a la justicia, siempre que éstas sean rectas, garantistas y democráticas. En el asunto Otegi está claro que se actuó ilegal y torcidamente, como también en el del cierre del diario "Egunkaria" y en el de la detención de sus responsables, como finalmente reconoció la propia Audiencia Nacional el año pasado. Así, por emplear un símil taurino, no se crea afición, afición por la democracia se entiende. Como tampoco manteniendo la intocabilidad del rey, que destruye absolutamente el fundamento básico de la democracia, que no es otro que el de la igualdad de todos ante la ley. Para colmo, aquella inicua condena ha conseguido, a la postre, investir al tal Otegi con las galas del bueno de la película. .