Otra ingenuidad de las mías

29/11/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando


  Los socialistas ahora deben aspirar a que la reconstrucción de su aparato y de su oferta programática sea al menos tan acertada y sólida como les sucedió once años atrás a raíz de la derrota de Almunia y de aquella primera mayoría absoluta del PP en las elecciones generales de 2000. Ya sé que las circunstancias son muy distintas pero la experiencia de entonces para elegir secretario general a Zapatero es el mejor modelo que podrían repetir, incluso ampliando las puertas para que el nuevo responsable máximo del PSOE llegue con todas las bendiciones de la pluralidad y la limpieza democráticas.

  Lo demás dependerá en buena medida de la evolución de la crisis económica. Las últimas informaciones atisban negros nubarrones para la economía occidental en los próximos dos o tres años al menos, suficiente para que Rajoy y su Gobierno del PP se achicharren igual o más de lo que le acaba de suceder al de Zapatero.

  Nadie debe jugar con estas cosas y en ningún caso es lícito apostar por la catástrofe para volver pronto a la Moncloa, como han hecho en estos años los responsables del PP. Por ello, creo que lo más decente es que todo el mundo anteponga los intereses de España y sus ciudadanos a sus intereses partidistas o ideológicos, es decir, que hagan exactamente lo contrario de lo que ha hecho el PP en estos últimos años.

  Y el PSOE, si tiene que ayudar al Gobierno del PP, deberá hacerlo desde el primer momento, por mucho que tenga también que cumplir con su papel de oposición. Seguro que esto es otra ingenuidad por mi parte, como si yo no conociera de sobra la pulsión de los partidos y sus dirigentes -no todos- por cargarse al adversario no importa con qué procedimientos ni a costra de qué cosas, y su pulsión por desalojar como sea a los otros de un poder casi siempre considerado ilegítimo.

  En estos últimos tres o cuatro años hemos contemplado un permanente espectáculo que yo no quisiera ver repetido ni aun pensando en el posible derecho de los unos para pagar a los otros con su misma moneda. Lo que les digo, otra ingenuidad de las mías