Otra Navidad

21/12/2018 - 14:20 Pedro Villaverde Embid

Además del sentimiento religioso reivindicamos hoy lo mucho que significa esta fiesta para la sociedad en su conjunto por los valores que atesora.

 Ya llegó la Navidad con su magia. Los cristianos conmemoramos una fecha especial en nuestro calendario, el nacimiento del hijo de Dios con una misión redentora de la humanidad,  un momento feliz. Pero además de este sentimiento religioso reivindicamos hoy lo mucho que significa esta fiesta para la sociedad en su conjunto por los valores que atesora. Es cierto que estas vacaciones de invierno se convierten en una invitación al consumismo, a las comidas ovíparas, al gasto en lotería, a la compra de regalos o que se explota la llegada de Papa Noel, Santa Claus o los Reyes Magos haciéndose negocio con la ilusión de los más pequeños y los compromisos de todos. Es verdad, pero no es algo malo, sino que resulta positivo, al menos, y no es poco, para la economia. Este movimiento de dinero beneficia al empleo, comercios, restaurantes, hoteles… Además, la Navidad es o debe ser solidaridad y generosidad con quienes más lo necesitan; sensibilidad hacia los que más sufren;reencuentro con familiares y amigos; sueños compartidos con ese mismo número en el sorteo por excelencia; tradiciones revividas con las rondas populares, cantar villancicos,  comer turrones, recordar a nuestros antecesores con nostalgia, contagiarse de la emoción de los niños...   La Navidad es música, luz, alegría, amistad, familia, fiesta, esperanza ante la llegada del nuevo año y en particular sentimiento. Por eso son esperadas por quienes anhelan disfrutar de la compañía de las personas queridas y el ocio, por su ambiente, pero temidas por aquellos que sufren las ausencias de los que faltan. La Navidad remueve los corazones, reabre heridas, acentúa la soledad y la tristeza, duele, y por eso tantos desearían que no existiese o piden que pasen rápido. Las circunstancias llevan a que sean fechas dulces o amargas porque llegan al alma, nos hacen sentir, nos humanizan hasta llevarnos a desear de corazón el bien para los demás. Por desgracia, en cuanto a la sobrevenida bondad que muchos experimentamos,es tan sólo un sueño de invierno del que despertamos pronto volviendo a ser los mismos,  con nuestras grandezas y miserias. Feliz Navidad.