Otra vez la desmesura
18/01/2011 - 00:00
La plana mayor del PP sigue sin poder o sin querer evitar la desmesura en sus comportamientos políticos. Ahora es el tema de la agresión al consejero murciano de Cultura. Todo el mundo ha sabido hacer lo que había que hacer ante la salvajada al político mencionado, que es condenar enérgicamente lo ocurrido. Todo el mundo menos el PP de Murcia y a continuación el PP nacional, con esa truculenta historia de culpar a los socialistas y al delegado del Gobierno en esa comunidad autónoma. Hablan de una especie de extraña culpabilidad ambiental y vinculan lo invilculable como si tal cosa. Apañados estaríamos si por el ejercicio del sagrado derecho de protestar y manifestarse tuviéramos que asumir el salvajismo de quien lo practica. Es que no hay por dónde cogerlo. La incontenible fiebre del aprovechamiento político de todo lo que sucede les lleva ahora nada menos que a responsabilizar a la izquierda, dicen, y al Gobierno y su partido, por pasividad o por negligencia de lo que hagan unos salvajes por su exclusiva cuenta y riesgo. Y así siempre, una y otra vez.
Con la misma ligereza con que vienen exigiendo la convocatoria de elecciones anticipadas, con la misma, piden ahora la dimisión o el cese del delegado del Gobierno en Murcia, ellos, que tan parcos son en dimisiones incluso cuando la Justicia les ronda de muy cerca y no les mueven ni los dioses. Me refiero, por ejemplo, a los tantos cargos públicos suyos que están implicados o acusados de corrupción masiva y ahí los tenemos tan frescos e incluso insultando a los demás. La desmesura es la peor consejera que existe en política. A veces la razón que se pueda tener, mucha o poca, se pierde por completo cuando de la exageración se pasa a la desmesura. Pero ay de quien ose hacer otro tanto contra ellos desde los otros campos políticos: se han caído con todo el equipo y tendrán que soportar todo tipo de improperios y descalificaciones por hacer algo parecido a lo que para ellos es norma de conducta. Yo me desespero. Ya no sé cómo decírselo para que lo entiendan. A lo mejor es que no quieren entenderlo.