
Otra visita a San Juan de los Reyes
No hace muchos días, con mis amigos de la Asociación “Arquivolta”, he vuelto a visitar San Juan de los Reyes. Admirando –como siempre– su arquitectura valiente, sus templados detalles.
Este convento, que se encuentra en el costado meridional de Toledo, tanto desde el punto de vista de su historia, y sobre todo del arte en que está articulado, constituye uno de los principales referentes del franciscanismo en España, del sentido cristiano de la monarquía absoluta, y de la belleza espectacular de la arquitectura y ornamentación hispano-flamenca.
Existe una rica documentación acerca de la fundación y construcción del edificio. Fundación para los franciscanos de Isabel la Católica, la intención inicial de dedicación al apóstol san Juan se debió a la especial devoción que la reina tenía por este personaje. La dedicación exacta fue la de San Juan ante portam latina. También se dice en el documento que la fundación se hace para conmemorar la victoria de la monarquía sobre el acoso de los portugueses en la batalla de Toro (1476).
La reina Isabel encargó la dirección de las obras, conjuntamente, al arquitecto Juan Guas y al escultor Egas Cueman, hermano del maestro Hanequin de Bruselas. Ambos tenían ya ideas muy claras y elaboradas en cuanto al sentido de la arquitectura religiosa de grandeza, y al gusto por lo hispánico auténtico, modelado por lo centroeuropeo, que la reina Isabel había aceptado como suyo. Esta colaboración entre dos genios se daría a continuación de acabado este monasterio, en el palacio de los duques del Infantado de Guadalajara.
Arcos del claustro de San Juan de los Reyes de Toledo.
Desde 1479 figuran, en los libros de registros de estas obras, ambos maestros como los mayores del conjunto. La reina quiso que esta fundación fuera para la Reforma Observante, apadrinada por el Cardenal Cisneros, y cuando este llegó a Toledo en 1486, ya vivían los franciscanos entre los muros de San Juan, estando acabados en esa fecha la capilla mayor, el cuerpo de la iglesia y algunas bóvedas. En 1492 debían estar acabados los paramentos del crucero, pues sus escudos no llevan aún la granada en punta. Y en 1496, cuando pasó por Toledo el viajero Jerónimo Münzer, la obra estaba prácticamente acabada, pareciéndole asombrosamente blanca y perfecta en su realización. Si Guas, por fallecer en 1496, no pudo ver su gran obra acabada, sí que llegó a verla la promotora, la reina Isabel, antes de morir en 1504.
La iglesia
Los elementos claves de este monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo son su iglesia y su claustro. La iglesia es de una sola nave, en la tradición franciscana, con capillas laterales entre los contrafuertes, una en cada tramo. El crucero es muy leve, y solo se acusa en la planta por una levemente mayor anchura del tramo, y en el alzado por la mayor elevación sobre el resto de la nave y presbiterio. La capilla mayor es poligonal. En el interior de la iglesia resaltan los decorados muros, que se alzan cubiertos de tallas en piedra desde casi el suelo hasta las bóvedas. Escudos heráldicos, santos y mártires, animales y plantas: un conjunto abigarrado que representa el mundo y su concepto sacro y glorioso.
La capilla mayor tiene la misma altura que la nave, aunque está ligeramente elevada sobre unas gradas. Es de planta pentagonal, y los paños se dividen en dos cuerpos por una faja con decoración epigráfica, e inscripción latina.
Cerámica representando a Juan Guas, arquitecto constructor del monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo.
Sorprende la decoración heráldica de sus muros: sobre un fondo de tracería surge el escudo de Castilla y Aragón, sostenido por el águila de san Juan y timbrado por rica corona de distintos tipos. Debajo de cada escudo hay sendos leones afrontados más los yugos y las flechas. Los escudos están separados por figuras de santos sobre ménsulas cobijadas por riquísimos doseles. A todo el que mire estos muros del crucero de San Juan se le quedará grabada la idea de la riqueza iconográfica, de la fuerza simbólica y del detalle y virtuosismo de los tallistas. Todos los detalles decorativos fueron organizados y pensados, y todos ellos tallados con finísima elegancia. Un elemento a tener en cuenta es ese conjunto de cabezas, muy próximas entre sí, que surgen entre una cornisa en forma estrellada y un friso en forma de corona: muchos rostros, individualizados y con tendencia al retrato, dirigen su mirada hacia abajo. Son grupos que parecen estar observando lo que ocurre en el crucero del templo, y es posible que simbolicen a la sociedad toledana del momento.
En esos grupos escultóricos hay también muchos santos, todos relacionados con la monarquía castellana o con la Orden franciscana. Es muy hermosa la puerta que comunica la iglesia con el claustro desde el crucero. En ella desarrolla Juan Guas sus esquemas de combinación de arcos mixtilíneos, apuntados, trilobulados, etc. cuajados sus moldurajes de elementos góticos como cardinas y animales fantásticos, y sumados de escudos, que llevados de ángeles, en este caso muestran las cinco heridas de Cristo, representando así su escudo de armas personal.
El claustro
El otro gran elemento artístico de este monasterio es el claustro conventual. Con siete tramos por cada lado, y dos pisos. El espacio del claustro bajo se cubre con bóvedas de crucería, del llamado tipo alemán, sin clave central, a excepción de los tramos angulares, que se cubren con bóvedas de terceletes. Los pilares que sostienen bóvedas y ventanales son muy complejos y hermosos, con dos partes: una inferior formada por un pilar de núcleo cilíndrico y una superior en la que se coloca una imagen sobre rica ménsula y bajo dosel prismático, similares a los que se ven en el crucero del templo, con remates de crestería.
Al jardín se abren en cada ala cinco grandes ventanales, de traza sencilla, de arco apuntado, con faja de decoración vegetal, en su planta baja, y en la alta se ven grandes vanos de arco conopial mixtilíneo y antepecho de balaustres. Es este claustro de San Juan uno de los espacios más hermosos con que cuenta la nómina de los monasterios y conventos de Castilla-La Mancha. Todo en él es fuerza, elegancia, jerarquía, rica decoración y severidad. Hojas, flores y frutos se amontonan con una riqueza inusitada. La variedad vegetal es enorme. Parece como si se pretendiera reunir el Speculum naturae de las grandes catedrales. Se ven hojas de viejos árboles y hortalizas, de rosal y zanahoria, cardo y hojas silvestres... nos dice Díez del Corral al describir esta estancia increíble. Vemos también tallados en la piedra de este claustro multitud de animales fantásticos con cabeza de fiera, osos de rabos largos, y otros también reales, como liebres, leones, águilas, caracoles, lagartos, carneros, gacelas, etc. Además de figuras humanas, como un niño apuñalando un águila, un mono jinete en un perro tocando la flauta, y la curiosa figuración de un mono sentado sobre un orinal. Y por si eso fuera poco, la gran colección de tallas de personajes bíblicos, profetas, apóstoles, santos y santas, en un intento que fue premeditado, de ofrecer un mensaje catecuménico indudable.
Interior de la iglesia de San Juan de los Reyes en Toledo obra de Juan Guas.
La invasión napoleónica acabó incendiando el edificio, y la exclaustración por Mendizábal lo dejó en ruina total. Los franciscanos siempre intentaron volver, se movieron por sí mismos para reconstruir el edificio, recuperarlo para su culto, como casa importante de la Orden. En un intento de salvación, en 1846 se establece como sede del Museo Provincial, tratando de aprovechar lo poco que quedaba del claustro. Sería el arquitecto Arturo Mélida quien acometiera, a instancias del Estado y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la restauración completa del edificio, empezando por el claustro. Acabado el empeño, el edificio se dedicó a Escuela de Industrias Artísticas, y a partir de 1954 se consiguió repoblar el monasterio de San Juan con una comunidad de franciscanos, entre los que queremos citar como de los más activos al padre Antolín Abad, alma de esta reconstrucción y forjador de una nueva biblioteca y un nuevo espíritu conventual franciscano.