Pacto para la calle

29/09/2011 - 00:00 Charo Zarzalejos

 
    José Bono, presidente del Congreso y posible candidato- si se dan la circunstancias- a la secretaría general del PSOE propuso ayer algo deseado por todos los españoles. Habló Bono de la necesidad de un gran pacto PP-PSOE no sólo para afrontar la difícil situación que tendrá que lidiar el próximo Gobierno, sino y sobre todo, para gestionar, paliar los más que probables desordenes sociales que casi todos intuimos se pueden producir. Que nos vienen tiempos difíciles está descontado porque en realidad ya los estamos viviendo y si algún candidato cae en el infantilismo de ofrecer lo que la gente ya sabe que es imposible es muy probable que sus mensajes caigan en saco roto.

   Vienen tiempos duros y las medidas que haya que adoptar, gane quien gane las elecciones, serán proporcionalmente duras a la situación. Pero Bono va más allá, o, mejor dicho, va a la calle porque en el ánimo colectivo está instalándose que las protestas callejeras, las huelgas y los desórdenes sociales pueden estar a la vuelta de la esquina. Lo están ahora aunque no lo estuvieran cuando mes tras meses subía el paro, o se congelaron pensiones.

   Es verdad que hubo huelga general, pero todos sabemos que fue de aquella manera. Fue una "huelguita" que sirvió para poder decir que el Gobierno Zapatero, como todos los anteriores, ha tenido "su" huelga y sirvió para que los sindicatos se hicieran visibles. Siempre he pensado y defendido que la paz social es un bien en si mismo y más en tiempos de penuria. Nada más legítimo que defender derechos, que salir al paso de atropellos al bienestar de los ciudadanos.

   A todos nos asiste el derecho a defender lo nuestro pero podemos salir todos a las calles, taponar todas las carreteras, dejar a los ciudadanos sin transporte. Podemos parar el país un día si y otro también pero ¿y qué?. De la miseria se sale creando riqueza y ese es el reto. Bono intuye y teme revueltas sociales y tanto PP como PSOE deberían, en la medida de lo posible, pactar, por lo menos, un discurso que hiciera ver a los ciudadanos que cuando se camina al borde del abismo -ahí estamos-es mejor recorrer la línea que separa la tierra del vacío de manera ordenada aunque sea con los dientes apretados y el corazón encogido. Motivos hay para ambas cosas.