Paisajes

16/05/2022 - 13:05 Jesús de Andrés

 De su pintura dejó escrito Cela, quien fue buen amigo suyo y de Delia, que Campoamor “acaricia y fija en el lienzo el aire de la Alcarria”.

Nadie es profeta en su tierra, como dicen los evangelios. Pero hay veces en que la patria, agradecida, encumbra a uno de los suyos con el reconocimiento de sus paisanos, los del país, los que comparten paisaje y paisanaje. Lo hizo esta semana con Jesús Campoamor, cuyo apellido, como dijo de él Manu Leguineche, es una premonición. Inauguró su exposición antológica el pasado martes en la Sala Antonio Pérez, del Centro San José, y allí fui, llamado por la amistad, pero también por el placer de contemplar reunida una obra que abarca sesenta y dos años de trabajo, los que van desde 1960 a este mismo 2022. Campoamor tiene una voz propia, que en el arte es lo máximo a lo que se puede aspirar, y la desarrolla componiendo paisajes, describiendo alcarrias, campiñas y serranías, relatando el rumor de los valles de Guadalajara, que en sus lienzos pasa de ser el territorio real que definen los mapas a conformarse en una región sobrenatural, de tonos oníricos, poética, en la que no sabemos hasta dónde llega la realidad ni donde empieza lo soñado, una Guadalajara mágica, en la que todos nos reconocemos, que invita a caminar la tierra. De su pintura dejó escrito Cela, quien fue buen amigo suyo y de Delia, que Campoamor “acaricia y fija en el lienzo el aire de la Alcarria”. Si Cela construyó con su palabra ese país al que a la gente no le daba la gana de ir, Campoamor hace lo propio con sus pinceles. Su bonhomía, además, arrastró a multitud de amigos con los que tuve ocasión de hablar. Más de cien personas, y los cientos que pasen a verla, le hicimos profeta en su tierra, agradeciéndole que siga pintando como él mismo desea, con paz, sosiego y libertad infinitas.

Acudí también a la entrega de los Premios Populares de Nueva Alcarria, una gala ágil y perfectamente diseñada, en la que este periódico reconoce trayectorias y se erige, por si había alguna duda, en el mayor referente informativo de la provincia. En nombre de todos los premiados habló Isabel Nolasco, presidenta de la Asociación de la Tradición Oral, quien se llevó la ovación de la noche al recordar que Guadalajara es Castilla y no La Mancha, y sobre todo al insistir en que debemos valorar lo que tenemos y a nuestra gente. Frente a la estulticia de quienes son acogidos por nuestra ciudad y van a la televisión a decir que Guadalajara no tiene nada, sin ni tan siquiera averiguarlo, defendamos nuestro paisaje y nuestro paisanaje. Entre tener todo y no tener nada, podemos estar orgullosos de lo que somos. Decía Aristóteles que la virtud es el justo medio entre dos extremos. Integridad de ánimo, paisaje y disposición para la vida, no hay sendero más virtuoso.