Para proteger el patrimonio

13/03/2012 - 00:00 Redacción


Como bien señala el historiador José Luis García de Paz, los problemas que presenta la conservación del patrimonio de Guadalajara son, mayoritariamente, comunes a las demás provincias de Castilla-La Mancha: mucho patrimonio, poca población y escasos recursos propios para conservarlo sin la ayuda autonómica, estatal o europea. Aunque a lo largo de los años son muchos los monumentos que se han recuperado, otros muchos se han perdido como consecuencia del deterioro del tiempo o del expolio. Para evitar esta pérdida, la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) se convierte casi en un paso previo para que los inmuebles con carácter histórico cuenten con un tratamiento de protección especial. De ahí lo importante de que el Gobierno regional publicara la semana pasada varios acuerdos para incoar expedientes y declarar Bien de Interés a las iglesias de Mondéjar y Bujarrabal y al Palacio de la Vizcondesa de Jorbalán, en la capital. A estos anuncios se sumaba ayer la resolución de la Dirección General de Cultura por la que se incoaba, también, un expediente similar para la Iglesia Colegiata de Nuestra Señora de la Anunciación de Pastrana. No son los únicos edificios de la provincia que se encuentran en el proceso de declaración. La calle Mayor de Tendilla o la Iglesia de Villaescusa de Palositos son dos de las últimas declaraciones cuyos expedientes se han iniciado y continúan en proceso. Si bien es cierto que, para asegurar la protección, e impedir actuaciones dirigidas a soslayar la misma, las garantías jurídicas previstas en la ley se aplican al bien desde el mismo momento de la incoación del expediente, lo cierto es que lo deseable es que una vez iniciada la misma ésta llegue a buen puerto pues es la catalogación le que dará una protección definitiva al monumento. En nuestra provincia ya son muchos los castillos, conventos, iglesias, conjuntos históricos o zonas arqueológicas protegidas pero aún quedan muchos otros en los que contar con esta figura jurídica establecida en la ley supondría, si no su vuelta al esplendor pasado, al menos el freno para su deterioro o pérdida irreversible. rven estas iniciativas si no nos concienciamos, de verdad, de lo preciado de este bien.