Parlamentarismo europeo

24/10/2015 - 23:00 Jesús Fernández

La Unión Europea no avanza en la línea de un parlamentarismo europeo. Elegido pero alejado, los ciudadanos ven en él un organismo demasiado ajeno a ellos, lejos de sus preocupaciones, burocrático, artificio de palabras y discursos vacíos, juego de grupos y alianzas, jeroglífico de intereses cruzados. Recinto cerrado y reservado para figuras del museo de la política. Algunos jóvenes se acercan a él como altavoz o escenario para la resonancia de sus ocurrencias y novedades. Sin embargo, hay que revitalizar y acercar dicho Parlamento Europeo a la estructura de la Unión. Hacen muy bien los diferentes Jefes de Estado de hablar estos días en él. El Parlamento tiene que ser la voz de la conciencia europeista de nuestra época y de nuestra generación. Hay que preguntarse por qué tantos ciudadanos hacen más caso (poco también) al parlamento de al lado, al de la esquina, al de la propia autonomía, que al Parlamento Europeo. Tenemos que cambiar la mirada y la valoración de acuerdo con la importancia. Las decisiones políticas también son globales. Lo estamos viendo estos días con el llamado fenómeno de los refugiados, consecuencia de países en guerra. Está en peligro Europa y sus valores por la islamización. Hay que reforzar la identidad europea. Los cristianos tienen que ser conscientes de su valor y significación en la formación de nuestra cultura a lo largo de la historia y estar orgullosos de ella. Tenemos que separar y diferenciar el componente religioso del factor étnico y del componente político en los conflictos de guerra aludidos. La guerra también puede ser total. ¿Por qué será Europa la meta de esta nueva “Völkerwanderung”? Llegan pobres, necesitados y desarmados pero no renuncian a sus propias armas ideológicas o espirituales. No es sólo cuestión de recibirlos o cobijarlos. Hay que prepararles un futuro no sólo “entre” nosotros sino para que pasen a ser “nosotros”, o sea, de los nuestros. Los gobiernos reconocen que hay que atajar el problema en su origen. Todo eso tiene que ser compatible con un reforzamiento de fronteras más impermeables, aunque tengan que permanecer abiertas, una reforma del derecho de asilo y la creación de espacios nacionales más seguros y libres. Europa debe estar orgullosa de sus fronteras o brazos abiertos. No se trata de fronteras sino de valores que ellas representan y defienden. Hay que evitar la instrumentalización de fenómenos humanitarios, como éste, por parte de todos, incluidos los países emisores de refugiados de cuya responsabilidad no se habla entre nosotros. Nos referimos al Parlamento Europeo como el mayor factor de reunificación europea que deberá ser decisivo en crisis como la actual que afecta a todos los países comunitarios. Nada puede hacerse sin el Parlamento Europeo y todo puede conseguirse con él.