Pasaron los Reyes
Por no quitar protagonismo a los Reyes Magos en vísperas de su paso por España, el Consejo de Ministros del jueves dejó para mejor ocasión un nuevo tijeretazo al gasto público. No hubo medidas concretas pero sí muchos planes y muchos anuncios cargados de buena intención. Sin entrar en detalles, por no robar las primeras páginas a Melchor, Gaspar y Baltasar, siempre tan atentos con nuestros políticos. Ninguno se quedó sin detallito de sus majestades. El más rebuscado ha sido el regalo que dejaron a las puertas del Palacio de La Moncloa. Destinatario, Mariano Rajoy, flamante presidente del Gobierno. Un póster doble, con la imagen de Luis de Guindos a la derecha y la Virgen de Lourdes a la izquierda. Así podrá rezarles alternativamente sin levantarse del reclinatorio.
¿Por el empleo? No, por el equilibrio presupuestario, que es la nueva tierra prometida. Era la despedida y cierre de Zapatero, al que incluso los Reyes Magos han querido afearle su conducta de tres años a esta parte. Por tanto, carbón para el ex presidente del Gobierno por haber dejado tirados a cuatro millones de votantes socialistas y, sobre todo, por haber dejado cojo el sistema político nacional. El reparto del peso entre los dos pilares del sistema, el derecho y el izquierdo, ha sido muy desigual. Más comprensivos han sido los Reyes con los dos aspirantes al trono que Zapatero dejará vacante en febrero. A Rubalcaba le han traído un minucioso listado de teléfonos móviles. Los del millar de delegados al congreso del PSOE. Así el exvicepresidente puede trabajar jugando.
O jugar sin apearse de la tarea política que tanto ama. A su adversaria en la zarabanda socialista, y sin embargo compañera, Carme Chacón, le han dejado un modernísimo ecualizador de voz que, incorporado a su discurso, logre el mismo sonido en Santa Coloma de Gramenet que en el pueblo almeriense de su padre. Todo esto se ha podido saber porque el Gobierno, en su reunión del jueves, tuvo la gentileza de no robarle el plano a los Magos con nuevos y desagradables recortes de gasto público.
El segundo y temido tijeretazo no se produjo, en contra de lo anunciado. No hubo medidas concretas pero sí muchos "hay que". A saber: hay que controlar desde Madrid los presupuestos autonómicos, hay que acabar con empresas improductivas del sector público, hay que combatir el fraude fiscal y la economía sumergida, aunque no se nos ha explicado cómo ni cuando, más allá de un compromiso genérico de aumentar la inspección, los controles sobre el uso de tarjetas de crédito y las transacciones en efectivo, así como estudiar la información de ex paraísos fiscales.
Todo por el equilibrio presupuestario. Se trataría de reducir gasto en 8.171 millones de euros más. El porqué de esa cifra y no otra también es, de momento, un misterio.