Payasos

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Andrés Aberasturi
No escribo ya desde la indignación sino instalado en una forma de tristeza que se levanta en la frontera del hastío, del desengaño y tal vez desde el escepticismo.
Mi generación creyó en muchas cosas, colaboró como pudo en otras y lloró tanta muerte, desde los asesinatos de Atocha hasta las atrocidades de ETA. Nos sorprendió -para mal- el nombramiento de Suárez y estuvimos convencidos de que González/Guerra asentarían la democracia. Vimos como Fraga borraba de los cenáculos a una extrema derecha que amenazaba siempre y, a cambio, le aceptamos tal cual, con su pasado y su futuro.
Y como a la libertad se acostumbra uno sin darse apenas cuenta, dimos por hecho que los ochocientos mil puestos de trabajo eran el anuncio de una verdad y que si no se consiguieron -más bien al contrario- fue mala suerte, la economía mundial, la débil situación de la peseta. Pero quedaban cien años de honradez que se nos esfumaron entre convolutos, despachitos y lo que es más grave, guerra sucia. Llegó Aznar y en minoría sacó a flote en cuatro años una economía quebradiza y acorraló con mano dura y firme el terrorismo de ETA. Se metió en una guerra por soberbia dejó contra las cuerdas con el desplome final que fue el drama total del 11-M y en el que no estuvieron a la altura ni el Gobierno del PP ni la oposición del PSOE.
Ahora estamos asistiendo a una vergüenza que es una indignad para este pueblo y radicalmente inmoral en democracia. Nos hemos acostumbrado a justificarlo casi todo con frases hechas: ya se sabe, estamos en campaña... Esto es una subasta... Si uno ofrece una cosa, el otro va a ofrecer más... ¿Y hasta dónde vamos a llegar? ¿Hasta dónde el arte de hacer política, de estar en política, está dispuesto a enfangarse por un puñado de votos? Si son capaces de llegar tan bajos, de adentrarse tanto en las cloacas del dinero, el chantaje, la compra-venta, ¿cómo vamos a rehacer después una sociedad moralmente sana? ¿Pero de qué van éstos y por quién nos han tomado? ¿Desde cuándo la izquierda -y sangro por mi herida- considera "hiperprogresista" la caridad a todos por igual de esos increibles, incomprensibles, arbitrarios e injustos 400 euros de descuento? ¿Es que nos hemos vuelto todos locos?
A fecha de hoy en España no se hace política sino gestos, grotescos gestos que uno no sabría si colocar en una feria de pueblo o en la casa de marquesa rica que los jueves echaba de comer a los pobres. ¿Pero quién les ha metido esta idea del cheque regalo, del descuento, de la ayudita puntual, de la promesa absurda? ¿Pero qué está pasando en este país que va enfrentarse a tiempos muy difíciles?
Hacer política, gobernar, legislar y ejecutar, es algo mucho más trascendente, infinitamente más serio. Gobernar un país es dirigirlo hacia alguna parte, conseguir asegurar el bienestar personal y social y decir la verdad de las cosas. Gobernar es pactar entre todos una educación de calidad, una justicia que funcione, una sanidad que satisfaga y una obras que mejoren las relaciones entre unos y otros. Gobernar es preocuparse de los viejos y de los niños pero no con cheques para hoy y la misma miseria para mañana sino con actuaciones que perduren en el tiempo como esa Ley de Dependencia que cada vez -tal y como está la economía- tiene una horizonte más lejano por mucho que la vendan como ya puesta en marcha. Mienten.
Gobernar, o aspirar a gobernar, es, en definitiva, tomarse en serio al electorado, creer que el pueblo no es imbécil por definición y que una buena frase o un buen slogan, si no hay una realidad detrás, se convierte en inevitablemente en un bumerang. Esta campaña es un circo y lo malo es que son los payasos aficionados los llamados a gobernar. Qué mezcla de tristeza y de vergüenza. Más pronto que tarde la indignación llegará a la calle, cuando el olor a podrido lo haga todo irrespirable.