Personas y estrategias

21/01/2019 - 17:57 Jesús Fernández

Los partidos políticos han dejado de ser unas ideas o principios que necesiten una organización para llevarles a la práctica y se han convertido en  un conjunto de intereses de un grupo de amigos. 

En política nos movemos entre dictaduras y jefaturas. Se hace lo que diga el jefe. Las voluntades y las opiniones de los de abajo como que no existen. Se vive un servilismo, una esclavitud, un sometimiento  férreo. Hay que servir a quien recompensa. La  organización llega hasta dominar el pensamiento. El censo está falsificado, las ideas también. Las primarias se convierten en secundarias. No existe equipo sino jerarquía en las ideas y opiniones. Sólo existe un seguidismo, los que me siguen. Caravanas de ideas y de órdenes. Convertimos a las personas en estrategias. Calculamos y especulamos con ellas. A la hora de elegirlas  hablamos de perfile, no de cualidades capacidades, integridad y honradez. ¿Qué perfil? La fidelidad y la confianza que se quiebran cuando ya no hay comunidad de intereses entre el jefe y los súbditos. No se comparen ideas o ideales sino estrategias. 

Los partidos políticos han dejado de ser unas ideas o principios que necesiten una organización para llevarles a la práctica y se han convertido en  un conjunto de intereses de un grupo de amigos que, además, les une un parentesco social como es el poder, su búsqueda o ansiedad. Y el pueblo parece estar ahí para satisfacer sus egoísmos. La hegemonía de la amistad y confianza en los nombramientos políticos es insoportable. Sólo hay lealtades personales. Por eso, a la hora de los nombramientos se busca sólo la  orientación de la persona o su alineación con el jefe que, a veces, llama o manda. Muchas veces esos cálculos o expectativas sobre las personas fallan y nos encontramos con la famosa frase de pérdida de confianza como causa de separación o destitución.

Pero ¿por qué se creen tan superiores los políticos? ¿Por qué son tan soberbios? Nadie es superior a nadie. Esa es la mayor igualdad radical. Lo demás son igualdades superpuestas que se adoptan para ser desiguales. La única autoridad en la sociedad nace de la voluntad de servir a los más débiles. Y luego están las intrigas del poder dentro de los partidos y de las instituciones. ¿Por qué miran de arriba a bajo, con desprecio, a los que les sirven? Hay unas estrategias al servicio de lar personas pero no personas al servicio de las estrategias.