Políticos al desnudo

12/09/2011 - 00:00 Antonio Casado

 

  Una reforma de la ley electoral, en su artículo 160, ha servido para que cualquier españolito de a pie pueda enterarse al instante de cuáles son los bienes y el patrimonio de prácticamente todos los políticos nacionales en su condición de parlamentarios. Algo que la opinión pública venía reclamando como la verdadera prueba del nueve de que la clase política cree en la transparencia que predica. Es justo y necesario que diputados y senadores se desnuden ante los ciudadanos. A estos efectos, el Boletín Oficial de las Cortes está desde el pasado jueves a disposición de cualquiera.

  Con un epígrafe añadido especialmente interesante. El referido a las variaciones de patrimonio durante el ejercicio de un mandato representativo. Así, cualquiera puede enterarse de lo que tenía un parlamentario al entrar y lo que tiene al salir. Se acabó la palabrería de los que, estando bajo sospecha, se llenaban la boca de apelaciones a su honradez sin otra garantía que su propio testimonio. Huelga ya esa tendencia de ciertos padres de la patria a declarar su encendido amor por la transparencia y sus ataques de contrariedad cuando otros (periodistas, fiscales, inspectores de Hacienda, policías, etc.), ponían en duda sus declaraciones públicas de que "no tengo nada que ocultar" o el socorrido "no he venido a la política a hacerme millonario".

   Menos palabras y más hechos. Se demuestra que si hay voluntad política de mejorar se mejora. En el terreno de la transparencia y en otros. No ha habido ningún problema para llevar a la práctica en muy poco tiempo la mencionada de la Ley General Electoral. Se trataba de que el ya existente Registro de Intereses fuese público. Aprobada la reforma en trámite de urgencia a principios de julio, en apenas dos meses se ha hecho realidad la posibilidad de acceso a esos datos. Todos los políticos vienen a ser como empleados de los ciudadanos.

   Por tanto, están más obligados a ser ejemplares. Y una manera de dar ejemplo respecto a la que se supone desinteresada vocación de servir a su país, es mostrar lo que hay en el fondo de sus bolsillos. En cuando a los demás, en especial los medios de comunicación, les obliga la imparcialidad y el rigor a la hora de hacer valoraciones sobre los bienes y patrimonio declarados por nuestros representantes políticos. Sin juicios temerarios y sin ceder a la tentación del morbo. Cuando hay sospechas fundadas de que la acumulación de bienes presenta algún tipo de irregularidad, al margen de la filiación política del parlamentario, ya tenemos la herramienta ideal en la que basar la correspondiente investigación. Me refiero a esta previa confesión pública y oficial de parte. Al menos para saber si el político ha mentido. En política la mentira es tan grave como el enriquecimiento ilícito .