Por fin, una fecha de regreso
La cumbre de la OTAN en Lisboa ha marcado, aunque sea de forma ambigua, una fecha en el calendario para que los militares españoles desplegados en Afganistán regresen a casa. Será a lo largo del 2012, sin precisar, y cuando el mando de la ISAF (la fuerza que la OTAN desplazó a ese país asiático bajó mandato de la ONU) decida que se ha completado la formación de las fuerzas de seguridad afganas.
El territorio bajo control de los soldados españoles es, sin duda, de los más peligrosos. La influencia taliban en la población y las continuas incursiones de los insurgentes hacen imposible la misión inicial de reconstrucción de la infraestructura civil destruida por la guerra.
Las tropas realizan, con gran dificultad, alto riesgo, y rechazo total de los habitantes de la zona, labores de patrulla de las principales vías de comunicación. Además de intentar formar a la policía afgana, con el peligro evidente de, como ya ha sucedido, encontrarse con infiltrados talibanes que intenten volar las instalaciones españolas.
Debe ser verdad, como declaró Barack Obama al periódico El País, que es necesario nuestra presencia en Afganistán para luchar contra el terrorismo islamista. Lo que si es más cierto es que cuando un Estado forma parte de la comunidad internacional y pretende participar de los principales foros tiene también que contribuir a las misiones que se pacten. En caso contrario su presencia se convertirá en irrelevante. Dicho de forma más castiza: hay que estar a las duras y a las maduras.
Ahora bien, a lo largo de la historia hay constancia de numerosas aventuras bélicas fracasadas y el suelo de Afganistán guarda memoria de muchas de ellas. Intentar someter a los taliban, hacer tabla rasa de su cultura, e implantar en ese territorio una democracia al estilo occidental es una batalla perdida. Parece que hasta Washington esta percibiendo esa realidad.
Por eso es tan importante que en la cumbre de este fin de semana en Lisboa se haya fijado un calendario pausado, lento, pero de retirada.
Del ansia por salir da cuenta el que nada más empezar los debates casi todos los países europeos, con tropas desplegadas en la zona, iniciaron una loca carrera por ver quien se iba antes. Tuvo que ser el secretario general de la Alianza Atlántica, el firme y prestigiado Anders Fogh Rasmussen, quien pusiera orden en la desbandada general y marcara las prioridades de los afganos.
Haciendo honor a la verdad hay que destacar que el Gobierno de Zapatero no participó en el poco honroso concurso por escapar de la zona de conflicto. Nuestras tropas no van a ser las primeras en salir del avispero afgano. Pero, por lo menos, ya se sabe cuando volverán a casa.