Por la paz y la justicia universales

19/08/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando

Me encantaría poder escribir sobre la visita del Papa desde el plano estricto de la espiritualidad, pues pienso que Benedicto XVI es la cabeza visible de la Iglesia católica por encima de cualesquiera otras consideraciones o vertientes. Pero sucede que en este país todo se mezcla, incluyendo por supuesto a los católicos que estos días viven como cosa propia los movimientos, discursos y entrevistas del Sumo Pontífice. Sucede que todo lo liamos y embarullamos y que eso cercena una buena parte del provecho espiritual de esta importante visita papal a nuestro país. Como es el caso de esas peleas alrededor de la Puerta del Sol y esas polémicas despiadadas desde el campo de los creyentes y de los no creyentes o laicos

   . Me da mucha pena y creo que sería insincero y cínico se dijera que todo es maravilloso o que tenemos una suerte inmensa con lo que nos pasa. Más valdría que la experiencia de estos días nos hiciera reflexionar a todos, empezando por los dirigentes de la Iglesia jerárquica española, por las cabezas visibles del pensamiento laico y por lo más o menos florido de los medios de comunicación de toda especie. Me habría encantado poder recibir al Papa de Roma como el enviado carismático de una parte importante de la espiritualidad universal, al margen de cualquier interés o adherencia de tipo ideológico, en el peor sentido de la palabra.

   Al margen del influjo enfermizo de tantos sectores interesados en utilizar a Su Santidad como el refugio y el amparo de sus particulares intereses sociales, económicos y políticos. Sencillamente, como el enviado del Dios que está en los cielos y que solamente quiere la redención del género humano, la implantación en todo el orbe de la paz y de la justicia, corporeizadas en nuestros días por la necesidad de terminar con todas las guerras y enfrentamientos y de establecer el bienestar y la igualdad de todos los componentes del género humano. En una palabra, lo que se adivina tras los rostros ilusionados de muchos jóvenes de la JMJ que vemos en las pantallas de TV, jóvenes en lo mejor de la vida, a los que nadie debería manipular.