¿ Por qué ahora?

25/08/2011 - 00:00 Isaías Lafuente

 
La reforma exprés de la Constitución planteada por el presidente Zapatero ha suscitado un aluvión de críticas dentro y fuera de las filas del PSOE que afectan al fondo y a la forma de la medida. Las de fondo pueden discutirse, pero las que afectan a la forma son tan de sentido común que son irrebatibles. Si un retoque tan sustancial era tan urgente, por qué no se ha planteado antes.
 
 
  Y si no lo es, qué necesidad hay de abordarlo por un gobierno que vive ya la cuenta atrás y por un parlamento al que apenas quedan días hábiles para afrontarla. Sobre el fondo, la vicepresidenta Elena Salgado se ha apresurado a calmar a los discrepantes con el argumento de que cuando lean la letra pequeña verán diluidas las reticencias. Pero aquí también el sentido común indica que si los artículos que consagren en la primera ley el equilibrio presupuestario son lo suficientemente ambiguos como para contentar a todos quizás lleguemos a la conclusión de que para ese viaje no serían necesarias estas alforjas. Y sólo faltaría que reformemos la Constitución y los mercados sigan atacando. Pero hay otro argumento más que hace incomprensible esta situación.
 
  La Constitución española necesita un lifting desde hace mucho tiempo. Hubiera sido necesaria una reforma para eliminar la inconstitucional preeminencia del hombre frente a la mujer en la sucesión a la Corona, para reconocer la nueva realidad de España en el marco de la Unión Europea, para consagrar las comunidades autónomas ya constituidas y las competencias exclusivas del Estado antes de abordar la reforma de los Estatutos de Autonomía, y para cribar el Título VIII de artículos que con el desarrollo autonómico han quedado ya amortizados. Quizás en el marco de esa reforma, que hubiera requerido un procedimiento pausado y no de urgencia, se podía haber planteado alguna mención al equilibrio presupuestario, pero emprender un procedimiento tan extraordinario sólo para esto último, omitiendo otros aspectos que aguardan desde hace años, es difícil de entender.
 
    Dicho esto, elevemos loas al equilibrio presupuestario - que no necesariamente es déficit cero - , preguntemos a quienes hoy quieren situarlo en el altar mayor de la legislación por qué no se aplicaron antes en su cumplimiento desde sus respectivos ámbitos de gobierno, y roguemos para que si llega a consagrarse en la ley fundamental no sirva de corsé ni de pretexto para aplicar la tijera al gasto social con una mano mientras con la otra se esgrime la Constitución. .

  El caso es que la señora Salgado, que transmite una sensación de dureza y firmeza, pero no, desde luego, de los valores clásicos del socialismo, quizá no concuerde con la línea que Alfredo Pérez Rubalcaba quiere dar a su campaña. Ella, vestida a la moda, más amiga, me parece, del estilo de Cristine Lagardere que del de Elena Valenciano, sería una contradicción con esos planteamientos de la izquierda clásica que el candidato socialista parece desear transmitir. Así que sospecho que Elena Salgado, que ha transitado aparentemente impasible por las tormentas económicas que han puesto de punta los pelos del mundo, que ha tenido que tragar no pocos sapos ante algunas decisiones de su jefe, pasará a un discreto segundo plano --como lo ha hecho su antecesor, Pedro Solbes; como probablemente lo hará el mismísimo Zapatero-- cuando, allá por el 20 de diciembre, se produzca el traspaso de poderes al nuevo Gobierno. Ese que probablemente, casi todos en el PSOE se lo temen, será encabezado por Mariano Rajoy. Pero, hasta entonces, todo indica que ni ella ni Zapatero estás dispuestos a pasar a la atonía y a la inactividad: a saber qué preparan ambos --supongo que ahora con la aquiescencia de Rubalcaba-- para el Consejo de MInistros del viernes.

   Se habla de una nueva reforma laboral, que fomente y prolongue los contratos temporales para los jóvenes, algo tan poco gratro a unos sindicatos que se esfuerzan por colaborar; se habla también de reformas impositivas --¿quizá una nueva tasa para 'los ricos', similar a la que en Francia, en un 'beau geste', han aceptado los propios ricos?-- y de prolongación del subsidio de desempleo. Quién sabe. El caso es que Zapatero-Salgado, que se han convertido en un tandem de inesperado ímpetu cuando ya ambos van de salida, adoran las sorpresas. Yo creo que vamos a tener varias de aquí a cuatro semanas. Confiemos en que sean, al menos, ya que no siempre agradables para todos, positivas para la construcción del futuro. Esta 'dama de hierro' tiene mucha responsabilidad en sus manos, aunque se ponga, que no siempre lo hace, guantes de terciopelo.