Por San Miguel

28/09/2019 - 13:52 Antonio Yagüe

A urbanitas y jóvenes les sonará a chino. Pero por San Miguel, el 29 de septiembre, todo en los pueblos volvía a empezar, comenzaba el año de verdad.

 A urbanitas y jóvenes les sonará a chino. Pero por San Miguel, el 29 de septiembre, todo en los pueblos volvía a empezar, comenzaba el año de verdad. Desde hace siglos en la España rural y de parte de Europa, era la fecha de los acuerdos agrarios y comerciales. El año se medía por sanmigueladas, de San Miguel a San Miguel, en los años de la posguerra cuando todos éramos medianamente pobres y creíamos ser medianamente ricos.

Era el día en que se ajustaban pastores y aparceros, y se firmaban los arrendamientos de tierras. Bastaba con un apretón de manos tras el inevitable regateo, y el trato culminaba compartiendo un jarro de vino. También se pagaban y renovaban las rentas, se revisaban los duleros o encargados del pastoreo de las reses de todos en terrenos comunales, las igualas desde el herrero al médico y las normas sobre los pagos a sembrar  y las rastrojeras.

Por San Miguel se sacaban las patatas, se recogían las nueces, se recolectaban setas si había llovido, y se aderezaba la carne de membrillo. Tampoco faltaban cazadores por laderas tras el huidizo bando de perdices o liebres encamadas en el aliagar. Marcaba un cambio dentro del ciclo anual, porque hombres y mujeres vivían en sinergia con el medio y percibían que en esa fecha algo cambiaba en su entorno.

Este arcángel-jefe de los Ejércitos del cielo, representado con armadura de general romano enfrentándose con lanza o espada a Lucifer, es el encargado de tocar la trompeta el día del fin del mundo y de pesar en una balanza las almas de los muertos. Hoy no pasa de ser una marca de cerveza, un mercado gourmet madrileño, alguna feria decadente de ganado y, en los mejores casos, una fiesta con misa mayor, verbena y fuegos artificiales. Aunque representa la lucha del bien contra el mal, es venerado por  judíos, moros y cristianos y patrono de multitud de parroquias, ermitas y capillas en todo el mundo. 

Por San Miguel llega el famoso veranillo. Los días acortan, las madrugadas se enfrían, caen las primeras hojas, maduran los higos, y el ciclo de la vida se da una especie de ‘reset’, como dirían los modernos con metáfora pija. ¿De paso, por qué nos reiniciamos todos un poco, incluidos los políticos?