Presidentes y medallas

16/05/2011 - 00:00 Fermín Bocos

 
En el día de San Isidro, patrón de Madrid, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón, distinguió con la Medalla de la ciudad a tres ilustres ciudadanos: Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar. Unidos los tres por su condición de ex presidentes del Gobierno de España, cada uno en su estilo han dejado huella en la Historia reciente de España. Escuchando los discursos de Felipe y de Aznar (a Adolfo Suárez, como es sabido, la enfermedad lo tiene secuestrado en vida), uno no podía por menos de reconocer el poso que otorga la edad y la experiencia. Tuvieron intervenciones interesantes: combativo Aznar y sentencioso y profesoral Felipe. En su hablar se refleja la densidad de toda una vida dedicada a la política; una vida llena de experiencias. El contraste con la levedad del discurso general de Rodríguez Zapatero, resultaba inevitable. No lo refiero al hilo de sus intervenciones en los mítines electorales -prescindibles, por su simplicidad, como las de casi todos los políticos de las últimas cosechas en tiempos de campañas electorales-.
 
    Lo digo como resumen de toda una trayectoria. Hablo en términos de bagaje intelectual, de recursos dialécticos, de ecos de libros leídos. En esos registros, tanto Felipe como Aznar tuvieron y tienen más peso que el inquilino actual de La Moncloa. Más peso y también más poso político propio. Cuando acertaron y cuando se equivocaron; para lo bueno y para lo malo, no cabe duda que en su orientación política general latía un afán presidido por una idea de España como escenario histórico común a todos los españoles. Escenario político, social y cultural. Ni Aznar ni Felipe dudaban en ese registro. Lo que Zapatero piensa sobre estas cuestiones es sabido y dista de ser común a la idea de la mayoría. Quizá por eso, entre otras razones, es por lo que ya no llena estadios y, por lo que todo indica, que se va a ir sin medallas .