Previsiones constitucionales

23/10/2017 - 19:41 Jesús Fernández

Todos los partidos van a querer que se recojan en ella sus postulados y convertir la Constitución en un mosaico de sus aspiraciones.

 Ya comienzan los misterios. Ya se habla abiertamente de una reforma constitucional. La diferencia con la España de 1978 consiste en que entonces todos los ciudadanos y los partidos deseábamos y necesitábamos una  Constitución. En cambio, hoy día tenemos una frente a la cual los partidos políticos ya se han posicionado. Unos son enemigos  que la rechazan o, simplemente, no la cumplen y otros son sus defensores y cumplidores. La batalla es distinta. En aquellos años, la Constitución era un “a posteriori” o sea, el resultado neto de unas conversaciones, de un diálogo y de un consenso. Hoy, por el contrario, la Constitución es un “a priori” del que se parte para combatirla o defenderla. El escenario es muy diferente. Pero resulta muy fácil hacer previsiones. Todos los partidos van a querer que se recojan en ella sus postulados y convertir la Constitución en un mosaico de sus aspiraciones, en un reparto de sus reivindicaciones. La reforma constitucional se va a reducir, finalmente, a unas exigencias y concesiones.
    La pedagogía, que llamamos constitucional, nos ha enseñado muchas cosas en estos años de vida. La palabra clave sobre la cual va a girar todo el discurso reformista va a ser la palabra autodeterminación. La estructura de la sociedad ha cambiado y existen más formaciones, más escuadrones  dispuestos al asalto. Sobre todo los independentismos cuyo origen está, no tanto en un amor sino  en un odio difuso y difundido. Tenemos que investigar y hallar la inteligencia constitucional.
    Podemos aprovechar la ocasión para evitar cometer algunos errores y corregir evidentes abusos. Sería conveniente delimitar las competencias de la Constitución como centro de nuestro ordenamiento jurídico, de los Estatutos de diferentes autonomías. Estamos ante un proceso de reconstitucionalización de nuestra sociedad. Todos los poderes de las Autonomías no pueden ser constituyentes, fundacionales. Así las cosas, mucho nos tememos que la reforma del texto constitucional no sea más que un pretexto para debilitar la fuerza jurídica del Estado, liberar la libertad hasta límites insospechados pues la palabra descentralizar, para muchos, equivale a deshacer la unidad que se encuentra en él. El cambio de norma va a ser la norma de cambio, o sea, la ocasión y el subterfugio para tirar de la única túnica que protege el cuerpo de todos.
    Las Constituciones son memorial de la democracia, fortalecimiento de la vida y de la experiencia común, defensa de las instituciones nacidas de valores comprobados para seguir adelante en el futuro. Cuando el Estado se debilita en sus atribuciones jurídicas o cuando se le exige mayores intervenciones financieras, cuando se vive una globalización, entonces miramos a la Constitución como fuente de derechos  y dignidad, ¿Y entonces queremos combatirla o reducir su influencia?