Primavera

22/03/2014 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

Escribir sobre la Primavera, aunque lo haga todos los años, nunca puede ser una rutina, porque una columna periodística no es una redacción escolar. Más bien debería ser una tarea de poetas y no de periodistas.“La Primavera es la vida/ que surge alegre y triunfante/ es la sangre rebosante/ que se siente enardecida”, escribí yo mismo hace más de cincuenta años en un poema de cinco décimas, que alguna vez recogí aquí en parte. Leerlo ahora suena a broma, pero ya quisieran muchos de mi quinta poder hacerlo. No es fácil hablar de la Primavera a mi edad sin incurrir en quejumbres y melancolías, porque a ello tiende la naturaleza senil de quien ha vivido noventa veces el giro de traslación de la Tierra alrededor del Sol.
Escribir sobre la Primavera que empezó ayer, cuando todavía no ha dado tiempo a que se altere la sangre, como dice el dicho, parece que debería hacerse en verso, pero de los clásicos, de los que se entienden, pero no van por ahí los poetas modernos. Es un tema que parece propio de jóvenes y enamorados, aunque como dijo Séneca, el menos proclive a la Poesía, se siente inspirado cuando le hiere el amor o la muerte. Pero también puede hacerse recurriendo a los recuerdos, y quizá mejor así porque se hace a través del cendal tiempo, que todo lo suaviza. Aunque ya no se sea joven biológicamente siempre queda en el alma un resquicio de juventud, el suficiente para no creerse uno tan viejo.
Ahora es cuando empezamos a darnos cuenta de que el cuerpo envejece, pero no el espíritu si se mantiene vivo el intelecto.. De cualquier manera, ya está aquí la Primavera, a tiempo de hacer florecer no solo los almendros, ciruelos, albaricoqueros y otros árboles de la familia de las rosáceas, sino también la humildad de las margaritas en ribazos y cipoteros. Ya está aquí la recién estrenada Primavera para hacernos volver la mirada al campo, todavía no en su esplendor en las tierras altas de la provincia, donde apenas asoman tímidamente las yemas, nuncios del estallido del verdor de los bosques no robledales, siempre tardíos en vestirse de hojas. Con la Primavera, la Naturaleza despierta de su letargo invernal y el campo y las gentes renacen para entonar su himno a la vida. Por lo menos, para volver la mirada al campo y disfrutar de su belleza. La Primavera llega como un revival de colores y sentimientos. Ya empieza a notarse en las choperas de la baja Alcarria el suave verdor de lo brotes de las ramas a punto de abrirse.