Primavera y vino

17/05/2019 - 21:20 Marta Velasco

Sostres escribía que Dios ha desaparecido, o cuando menos, no se habla de Él.

 El tiempo pasa vertiginosamente, como las nubes de primavera. Un día llueve y hace frío, al siguiente hay elecciones y al otro te paseas por Madrid con esa luz cegadora de las mañanas. Por la tarde Madrid se derrama hacia poniente, por el Palacio Real, y el sol pinta de rosa fuerte toda la ciudad. Un hermosísimo espectáculo.

  Pero la vida política hoy no es rosa, sino causa principal de inquietud para muchos españoles que, deseando un pacto de los constitucionalistas con Sánchez, vemos con temor la activa intervención de independentistas y populistas en la rifa del poder y hacemos cuentas del precio que habremos de pagar por los apoyos de estos grupos ante la debilidad del próximo Gobierno. También preocupa que se soslaye al Rey, aunque quite esplendor a Pedro. Queremos que el jefe del Estado esté presente como árbitro en estas negociaciones, que nos olemos algo pecaminosas, no vayan con tanto lío a vender los muebles y no nos enteremos.

  Sostres escribía que Dios ha desaparecido, o cuando menos, no se habla de Él. Es verdad, nuestro lenguaje está tan pervertido que nos avergüenzan palabras importantes, como Dios, España, Patria, bandera o rey.  Quizá Dios esté en Inglaterra salvando a la Reina Isabel y el Rey Felipe cumpla su deber en lugares ignotos, pero en cambio el Papa Francisco ha tenido unas apariciones apoteósicas, con mensajes y actos que parecen dictados por sus compatriotas en España, la plúmbea sor Caram y el maléfico Echenique. Equívocas y molestas para los muchos millones de españoles que creemos en la ley, en la justicia y no somos separatistas. 

Por estos motivos, siendo la realidad bastante deplorable, cuando surge la ocasión de pasarlo bien hay que ir a tope, y yo he estado un par de días alegrándome en el Bosque de Matasnos, un viñedo precioso en la Ribera Alta del Duero, cerca de Peñaranda de Duero y del Monasterio de Santa María de la Vid, la Virgen más guapa que he conocido, rodeada de espejos que reflejan su hermosura. Fuimos varios amigos, invitados por Jaime Postigo, artífice del estupendo vino del Bosque de Matasnos. Él conoce todo de sus viñas y de su vino de reflejos rubí, profundo en boca…  o como dijo Neruda: “Vino con pies de púrpura o sangre de topacio, vino, estrellado, hijo de la tierra, vino, liso como una espada de oro, suave, como un desordenado terciopelo” …

  Con Jaime y Cris comimos y bebimos bajo el emparrado y hablamos, nos reímos y aprendimos con qué orgullo y con cuanto afán tratan su cosecha y sus proyectos. Después de una larga sobremesa, caminamos por el Bosque y admiramos la perfección de su trabajo.

Por la noche hicimos una cata a ciegas, con varios vinos de similares características, todos buenísimos. Fue muy divertida y bastante arriesgada. Soy mala catadora, pero acerté, y después de cenar, quiero afirmar con Neruda que “Amo sobre una mesa, cuando se habla, la luz de una botella de inteligente vino.”