Prioridades

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

EL COMENTARIO
MANUEL TRIJUEQUE - Jugador del Marchamalo
Acabo de echar mano de la calculadora para saber cuanto podría haber recaudado el Ayuntamiento de Guadalajara si hubiera sancionado, como marca la ley, a los propietarios de los 13.000 chicles que se retiraron la pasada semana en la zona centro de la capital. Al parecer, según la normativa por tirar un chicle al suelo se puede multar con hasta 200 euros, eso multiplicado por los 13.000 chicles que han retirado hace un montante de ¡¡ 2.600.000 euros!! ¿Cuántas cosas podría hacer el Ayuntamiento con ese dineral?
Por ejemplo, inundar la ciudad de papeleras, aumentar significativamente la plantilla del personal de limpieza o barrer diariamente cada parque y cada calle de la ciudad. Creo que ante estas cifras el ayuntamiento de Guadalajara debería plantearse muy seriamente contratar a dos o tres controladores que vigilen a cada ciudadano que coma chicle y sancionarle cuando lo tire. Pero, lo sé, mi plan es poco razonable, como tampoco es razonable que CESPA, con el consentimiento del Ayuntamiento de Guadalajara, haya destinado 4500 euros a limpiar los chicles de varias calles. ¿De verdad cree el Ayuntamiento que estamos en ese punto? Considero que hay demasiados problemas de suciedad más urgentes de solucionar que quitar los chicles de una calle, por mucho que sea el centro de la ciudad. Por ejemplo se podrían pasar por los parques, espacios que comparten adolescentes por la noche y niños por el día, y que habitualmente están llenos de cristales rotos y otras porquerías, o mandar una brigada al Polígono del Henares donde francamente no sé si alguna vez habrá pasado un solo barrendero, por no hablar de la nueva zona de Guadalajara, los Valles, donde no hay manera de encontrar una papelera. Ya durante el mandato del anterior gobierno municipal un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), desveló que Guadalajara estaba entre las más sucias de España y desde entonces nada ha mejorado. Por eso no se puede desperdiciar ni un solo euro en cosas tan banales, es igual que si una familia deja sin pagar la cuenta en la tienda del barrio porque no le llega para la comida y se pasa el día en el bar de la esquina. Es cuando menos insensato pero hay una diferencia: la familia actúa con su propio dinero mientras que el Ayuntamiento de Guadalajara lo hace con el dinero de todos los ciudadanos y eso se merece otro orden de prioridades.