Profeta en tu tierra

31/08/2013 - 00:00 Pedro Villaverde

 
 
 
   Muchos dichos y refranes clavan con precisión su descripción de una realidad. Otros no tanto, pero todos tienen un poso de razón y mucho de sabiduría. Cuánto aprendimos con el tío refranes, don Ernesto Baraibar, en aquella ingeniosa colaboración que titulaba ‘Lo primero el refranero’ y que se publicaba hace un par de décadas en nuestro periódico. Pues bien uno de ellos, que se repite con frecuencia, reza que “nadie es profeta en su tierra”, afirmación absoluta y por tanto ni del todo cierta ni incierta, con más, en nuestra opinión, de lo primero, pues las envidias, los rencores, las familias… impiden alegrarse y mucho más reconocer los méritos del vecino. Es más fácil aplaudir y premiar al foráneo. Nos acordamos, por ejemplo, del caso de Manuel Criado de Val al que en su pequeño pueblo natal no se le distingue ni con una placa, menos con una calle o plaza. Lo ‘denunciaba’ en un artículo Luis Monje, al que tampoco ni la ciudad ni la profesión periodística han premiado en su justa medida en Guadalajara. Las rencillas. Más suerte ha tenido Carlos Santiesteban, por ejemplo, y en general la medio tienen los deportistas de éxito, salvo Sonia Reyes, en este caso por ideología. Y tantos y tantos casos que se nos vienen a la cabeza y muchos más aún, seguro, a la de los lectores. Podríamos decir que “así es la vida” o que el que “no tiene padrino no tiene bautizo”, más dichos que todo lo explican.
 
  Toda esta reflexión la hacemos por una sensación. La que tuvimos durante el excepcional concierto de piano, con fines benéficos, que ofreció Gerardo López Laguna el sábado en su ciudad, Sigüenza. Fue profeta durante casi tres horas ante un auditorio volcado, recibió flores del Ayuntamiento y el cariño de cuantos saben apreciar su inmensa valía artística a la que une una excelente categoría humana. Tanto valor nos hizo preguntarnos por qué casi no ofrece conciertos nunca en su lugar de nacimiento al que pregona por el mundo entero. Alguien contestó que no era porque no se ofreciese él, incluso una voz desde el público gritó “que poco se acuerdan de ti”. Desconocemos el fondo y la razón, pero parece claro que en tu propio pueblo muchos no te perdonan el éxito y cuánto más pequeño es el lugar y más conocidos todos, peor. Una pena.