Prohibido pensar (y decirlo)

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
CONSUELO SANCHEZ-VICENTE / Periodista
Los partidos políticos le han cogido gusto a hacerse trampas en el solitario. Sus miembros se saben liderados por personas falibles investidas de un poder delegado del que deben rendir cuentas al grupo, no de un poder personal innato ni absoluto. Pero, salvo en privado, se comportan como súbditos. No como ciudadanos sino como lacayos. El último ejemplo ha sido el Comité Federal del PSOE del pasado sábado, tan ‘a la búlgara’ que resulta sonrojante, pero en otros momentos el sonrojo lo ha producido alguna de las convenciones ‘valencianas del PP’ o los fuegos de campamento de los partidos nacionalistas. Hoy como ayer, y si me apuran más aun que ayer (con Zapatero más aun que con Felipe, que ya hay que entrenar) el que se mueve no sale en la foto
El poder de dar y quitar puestos, cargos y a veces auténticas regalías que corresponde a la elite dirigente encargada de elaborar las listas electorales de los partidos políticos: sobre la líder máximo ejerce en la práctica un indisimulado derecho de pernada, convierte a quien no debería ser más que un ‘primus inter pares’ en señor de vidas y haciendas políticas. El que se mueve no sale en la foto es la regla ante la que derecha e izquierda se inclinan como ante un dios sanguinario, sin excepción conocida. Quien se atreva a pensar por su cuenta, al ‘rinchi’

¿Es bueno para los españoles? No. Ni para la democracia. Pero, es lo que hay, en mi opinión también con Zapatero. Los máximos dirigentes de los partidos políticos españoles (fuera no se que ocurre) tienen tanto poder personal sobre las carreras (y las haciendas, claro) de sus compañeros, amigos y allegados, que mientras liderato partidario y presidencia del gobierno - local, autonómico o municipal - coinciden en la misma persona, como es lo habitual en nuestro país, pocos son los comilitones que se atreven, no ya a toserle sino a levantar los ojos del suelo a su paso. Cada vez menos, porque, cuanto más tiempo en el cargo, más larga es la cola de aduladores que le espantan al líder a los críticos como si fueran moscas. Como los suyos al Aznar de la segunda legislatura, la de la mayoría absoluta, solo en privado se atreven ahora a criticar a Zapatero, cada vez menos socialistas. Es una forma de engañarse. Y de defraudar. El pensamiento crítico debería ser la norma y los que se cayeran de la foto, los ‘pelotas’. Pero, es al revés; hoy por hoy es la reverencia la que vence a la inteligencia; es lo que hay.