Pros y contras de un jurado popular
20/02/2014 - 23:00
La Audiencia Provincial acoge desde este miércoles y hasta el próximo lunes un juicio con jurado popular por un supuesto delito de violencia de género, el único con resultado de muerte que se produjo en nuestra provincia en 2012. Nueve personas, elegidas por sorteo realizado sobre el censo, deberán decir si consideran o no probados los hechos enjuiciados y su veredicto será vinculante para el magistrado que determinará la pena a aplicar al acusado en el caso de ser considerado culpable. El juicio con jurado popular no está arraigado en la cultura española pese a que la Constitución de 1812 ya lo recogía. Como expresión de participación de la ciudadanía en la administración de Justicia y por tanto como un derecho democrático se plasmó también por la Carta Magna de 1978 y fue desarrollado por su correspondiente ley de 1995. Constituye un deber inexcusable formar parte del jurado popular si se es designado, salvo algunas causas de exclusión y ahí es donde surge el debate. La línea entre derecho y deber es demasiado fina y la justificación de participación, de ejercicio de una libertad, de implicación en la vida de la comunidad, de corresponsabilidad, choca con esa obligatoriedad que se impone a la persona que lo que realmente hace es cumplir con un mandato que le puede suponer un problema ético o de conciencia. Es cierto que los hechos suelen quedar muy claros después de la práctica de las pruebas, que siete de los nueve integrantes deben inclinarse por la culpabilidad para que ese sea el veredicto y que en caso de duda se suele votar a favor del acusado, pero aún sí parece una exigencia excesiva decir a una persona que debe decidir sobre la libertad de otra que no conoce. Por contra, asumir ese grado de responsabilidad en la sociedad por parte de sus ciudadanos es un síntoma de salud democrática y de madurez. En una justicia colapsada y en una economía doliente tampoco se debe olvidar el alargamiento de los procesos y los costes económicos que implican las dietas y alojamientos de estos jurados, pero es democracia en estado puro. Para bien y para mal.