Puertas al campo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Editorial
Si nuestros abuelos levantaran la cabeza... Resulta que lo más cool del otoño es salir al campo a recoger hongos. Algo que hacían ellos desde que aprendían a caminar y que en época de hambruna de postguerra les salvaba algún que otro vacío en el estómago.
Primero fue la caza, el arte de supervivencia prehistórica más antiguo que se conoce, el que encandiló a los amantes de las botas altas y los sombreros de pluma. Ahora son los boletus y las senderuelas los que ejercen una atracción irresistible sobre los que, de lunes a viernes, pisan kilómetros de asfalto, mientras suben y bajan por escaleras mecánicas y hablan sin cesar con el teléfono móvil. La llamada de la tierra aparece en cualquier momento y ni los más urbanos son capaces de no sucumbir a ella. Este fin de semana los seteros más expertos se han reunido en la capital en torno a diversas actividades que, ante todo, pretenden fomentar la buena práctica en esto de las salidas al campo. A ellos no hay que recordarles que hay que utilizar cestas de mimbre en lugar de bolsas de plástico para recoger los hongos, ni siquiera que hay que utilizar navaja para cortar los frutos de la tierra. Son ellos mismos los que se encargan de repetir una y otra vez la necesidad de recoger con mesura y a través de hábitos que permitan la regeneración natural de este rico manjar con el que nuestros bosques nos regalan un otoño bien sabroso. Lo cierto es que el senderismo, la caza, la recogida de hongos o la búsqueda de caracoles deben estar siempre por encima de modas pasajeras y masificaciones que hieren de muerte nuestros campos. Tal vez por ello, cada día que avanza de este otoño de ricas setas en la provincia y tan pródigo en jornadas y conferencias relacionadas con las setas estamos un poco más convencidos de la necesidad de regular una práctica que se aprovecha de la falta de barreras en el campo. Pero esas barredas pueden ser las únicas que salven el futuro micólogo de una parte importante de nuestra provincia.