¡Que nieve!
La ausencia de nieves nos lleva hasta discutir si el río Piedra nace en Rueda de la Sierra o en Cimballa, el Gallo en Orihuela del Tremedal o en Chera y el Mesa en Selas o Mochales.
En mi infancia rural por La Concebida, como llamaban a la festividad del 8 de diciembre, ya había caído algún tasco y alguna matanza o matanzón, según los posibles. Las nevadas complicaban las labores en campo abierto, que tampoco eran muchas, y atascaban la vida social en la calle. Pero no importaba. El frío se combatía a base de leña (lumbres y estufas), pedugos, bolsas de agua caliente, migas, torrendos, cocidos y guiñotes.
Los primeros copos eran recibidos como una bendición del cielo. Los mayores tiraban de refrán: “Año de nieves, año de bienes”. “Así caiga un tasco tan alto como largo”, sentenciaba con retranca el tío Miguel de Tartanedo.
Muchas fuentes, como en la nostálgica copla Camino Verde, se han secado. Su desaparición merecería un estudio mientras alguien las recuerde. Su rehabilitación, ahora que se subvencionan tantas obras, sería etnografía pura. Aunque sólo fuera por haber sido foco, como dirían políticos y televisivos, de reuniones informales durante la siega, de pastores y pastoras, cazadores y ojeadores, escolares de excursión y jóvenes de merienda.
La ausencia de nieves nos lleva hasta discutir si el río Piedra nace en Rueda de la Sierra o en Cimballa, el Gallo en Orihuela del Tremedal o en Chera y el Mesa en Selas o Mochales. Por no hablar de que el Duero, cantado por Gerardo Diego, hace años que dejó de nacer en Picos de Urbión.
“Si no nieva y con tantos lobos sin control, esto se muere”, aseguran unos ganaderos cántabros. Con ligeros matices y otros depredadores sueltos de protagonistas, se expresan los agricultores de la comarca y de más de media España. Con las lluvias, explican, el agua no cala lo suficiente. Se necesita la nieve, una especie de maná, para que penetre lentamente y fecunde la tierra.
Sin nieve no hay paraíso. Lo dicen hasta en Siberia, parafraseando la famosa serie en la que otros blancos elementos eran los protagonistas.