Que ocultan nuestros hijos

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: RAÚL CONDE. GUADALAJARA
Opinión
JAVIER URRA, DOCTOR EN PSICOLOGÍA Y ESCRITOR
Batalla absoluta en los periódiEn el informe se abordan no sólo los datos estadísticamente significativos, basados en las 4005 respuestas de hijos y 890 de padres de toda España, sino que valoro aquellas frases que por su temática o contenido entendemos de interés. Asimismo me permito compartir algunas reflexiones y propuestas.
Preguntémonos: ¿Convivimos con un desconocido? ¿Hablamos de lo que no hablamos?
Callar no es terapéutico, decir siempre la verdad es innecesario y ocasionalmente perturbador y perjudicial.
Hemos apreciado que los padres callan primordialmente por no preocupar a sus hijos, también lo hacen para que sus hijos no conozcan como se comportaban cuando tenían su edad. A veces esconden quien les da información privilegiada de sus hijos.
Constatamos angustia – injustificada- respecto a sí están haciendo todo lo que pueden y lo están haciendo bien. Los padres actuales hacen un gran esfuerzo por democratizar su relación con los hijos y se manejan en una continua ambigüedad entre establecer límites y dar un alto grado de libertad.
Bien está preguntar al adolescente si lleva preservativos, pero antes habrá de educárseles en el respeto hacia sí mismo y hacia el prójimo.
Usar “parches detectores de droga” o artilugios para verificar consumos de éxtasis, cocaína o cannabis –mediante el sudor o la orina- es un último y problemático recurso, que en la medida de lo posible debe evitarse.
Detectamos aspectos preocupantes como no decirle a la hija que sabe que falta a clase bastantes días y callárselo a su padre.
Claro que algunos progenitores callan los líos o “affaires” amorosos extramatrimoniales, o que son ludópatas. También los problemas que hay respecto a herencias o con miembros de la familia extensa. Callan el miedo al futuro de sus hijos, a morirse y dejarles huérfanos…Tampoco se habla del dinero, unas veces por no preocuparles con las dificultades para llegar a fin de mes y otras para que no sepan que entra mucho dinero en casa y poder así mantener la austeridad.
Secretos, secretos “no me importa que mi hijo sea homosexual, sino que me disgusta saber que no tendré nietos”.
Hablamos y hablamos, pero no conversamos. Sólo el 35% de la comunicación se da por la palabra, por el lenguaje verbal, el habla propiamente dicha; el resto es el denominado lenguaje no verbal: mímica, gestos, tono de voz… silencios.

Una chica de tercero de ESO nos indica “No hablo con ella de nada serio porque se emparanolla y piensa cosas que ni a mí se me ocurriría”.
Créanme influimos sobre los hijos más de lo que pensamos.
Algunos niños hacen del silencio llamadas de atención: “Mis padres no saben mis gustos. Por ejemplo: en la excursión en Cosmocaixa me metieron jamón serrano en el bocadillo, que para mí es asqueroso. Es que si no son capaces de recordar mis gustos, ¿cómo les voy a decir todo lo que me pasa?” (niña de 12 años).
Hay niños mordaces, como éste de 11 años: “Los engaño como a dos primos”.
La diversidad de aportaciones es exuberante, desde el niño de 12 años “Me morreo con mi prima” a la niña de 11 “Que me cae mal el novio de mi madre”, pasando por “No decirle que me subí a un coche un día por obligación de un desconocido” (niña de 12 años).
De sorpresa en sorpresa “Cuando salgo de mi casa sin que me vean mis padres me transvisto, o sea que me visto de mujer” (niño de 13 años). Un niño de 11 años oculta que tiene “Amigos de otras razas”. Otros nos confiesa: “Tengo un hamster en casa sin que lo sepan”.
Claro que también ocultan si están en bandas callejeras, tampoco les dicen “soy gótico y satánico. Y ellos ni se enteran, creen que es cosa de la adolescencia”.
Hay quien falsifica las notas, otro refleja: “En realidad soy superdotado pero no me da la gana estudiar”.
Hay temas que se repiten de generación en generación “Las fiestas en mi casa, me aseguro de que no vengan y luego queda todo muy colocadito”. Y otros de nueva tecnología: “Me meto en internet a ver páginas para mayores de 18 años, chateo con gente que está salida y sólo piensa en el sexo, igual que todos los de mi edad” (niña, 14 años).