Que pidan perdón
08/12/2010 - 00:00
El espionaje es el arte de la impostura. También la diplomacia, aunque en menor medida. Nada nuevo, pues, respecto del fondo de la cuestión en relación con los cables cifrados, las notas de actualidad y los chismes por escrito de la Embajada de los EE UU que han dejado al ser secretos al ser aireados por Wikileaks. Conocidas esas comunicaciones y más allá de la frivolidad que destilan algunos de los chismes y juicios sobre determinados personajes, lo que escandaliza es que los informes señalan con nombres y apellidos a políticos que, supuestamente, se prestaban a "tocar" a jueces y fiscales con el fin de paralizar sumarios en marcha. Repugnancia, es la palabra ante la doble moral y la hipocresía con la que se conducen algunos de nuestros dirigentes.
Sería el caso de todos los que en uno u otro momento acercaron sus pecadoras manos al "caso Couso". Fernández de la Vega, López Aguilar, Conde Pumpido,etc. A todos ellos les recordábamos en la televisión con gesto compungido, prometiendo solemnemente a los familiares de Pepe Couso y al resto de los españoles que harían cuanto estuviera a su alcance para que el crimen no quedara impune. La muerte, el asesinato, recordémoslo, tuvo lugar en Bagdad cuando un carro de combate norteamericano disparó contra el Hotel Palestina, el hotel en el que todo el mundo sabía que sólo se hospedaban periodistas. La familia de Pepe Couso creyó a quienes les aseguraban que estaban haciendo cuanto estaba en su mano para que fueran juzgados los tres militares norteamericanos implicados en el caso. Ahora sabemos que les engañaron. Estaban de parte de los norteamericanos. Tengo para mi que deberían pedir perdón a la mujer de Pepe y a su hermano. Y también al resto de los españoles.