Que pidan perdón a las víctimas
El debate está en la calle y tal vez mucho más que el debate. ¿Estará Batasuna en las próximas elecciones municipales desmarcándose de la línea terrorista de ETA? ¿Irá un futuro comunicado de ETA en la línea de anunciar un cambio de estrategia? Es cierto que el Gobierno y la oposición han venido repitiendo que el único comunicado que valorarán es aquél en el que la organización terrorista anuncie la condena de la violencia, el alto el fuego y la entrega de las armas. Después de eso, el Estado podrá ser generoso. Fuera de eso, nada. En un asunto como éste, a pesar de viejas mentiras, yo quiero creer al Gobierno y pensar que el pacto con el PP, la decidida y efectiva lucha para detener a los asesinos y a sus cómplices y encarcelarlos, la unidad de ideas es lo que ha provocado la debilidad de ETA. Y que tampoco se podría haber hecho sin una nueva manera de gobernar en el País Vasco, que ha ayudado al cerco social contra ETA, al bloqueo económico y a deslegitimar a todos sus colaboradores. Cualquier paso atrás en este sentido, como lo sería abrir las puertas a que Batasuna, con ese o con otro nombre, se presentara a las próximas elecciones municipales mediante promesas imposibles de controlar, sería terrible.
Pero no es suficiente. No basta con condenar la violencia. No basta con denunciar a los asesinos que durante cuarenta años han sido el principal problema de España. En esta tragedia que ha costado la vida a casi mil españoles y daños físicos o psíquicos a muchos miles más, que ha expulsado de su tierra a cientos de miles de vascos y que ha impedido la libertad y la democracia plena en esos territorios, hay que exigir algo más, algo fundamental: que los asesinos pidan perdón público a las víctimas.
No es que las "macrovíctimas del terrorismo", como las calificaba el tristemente desaparecido Antonio Beristain, lo merezcan. Es lo mínimo que pueden recibir de quienes en muchos casos se pasean en libertad delante de ellos. Ninguno puede salir a la calle sin pedir perdón a las víctimas. Eso o cumplir su condena. Esta lacra terrible desaparecerá cuando los asesinos devuelvan el protagonismo a las víctimas, cuando éstas reciban una compensación moral por lo que han sufrido. Las víctimas, lo decía Beristain, nunca han respondido a la violencia con violencia. Siguiendo su doctrina, las víctimas no piden retribución, pero ni ellas ni todos los demás ciudadanos honestos podemos permitir que se consagre la impunidad. No puede haber justicia ni paz si los asesinos no piden perdón público a las víctimas. Ese es el precio. Perdón a las víctimas y entrega de las armas. .