Querido alcalde

21/06/2019 - 11:57 Jesús de Andrés

Escucha a la gente. No pierdas el contacto con la calle. Con todos, no sólo con quien te halague. Ahora no hay unos y otros, todos son tuyos.

Vaya por delante mi enhorabuena; entiendo la satisfacción que debe suponer gobernar a tus convecinos. Gobernar –en griego, idioma del que procede la palabra– significa pilotar un barco, dirigir su timón. Es mucha la responsabilidad, pues la nave debe llegar a buen puerto, pero también es mucha, estoy seguro, la alegría por capitanearla. La travesía dependerá en buena medida de por dónde soplen los vientos de la economía. No es lo mismo tener una plácida brisa de popa que una ventisca de frente. No es lo mismo que luzca el sol que sufrir tornados que obliguen a modificar el rumbo previsto. Más allá de lo que las fuerzas de la naturaleza traigan consigo, acompañado de una buena tripulación, lo importante será mantener firme el timón y tener claro a qué puerto quieres arribar.

No ha sido fácil llegar hasta aquí. La política es una actividad que, además de necesaria, es dura y requiere grandes sacrificios. Los políticos, por culpa de unos pocos, están últimamente mal considerados: injusta generalización que no reconoce el trabajo y los muchos sinsabores que supone. No le des mayor importancia y haz todo cuanto esté tu mano para que nadie pueda incluirte en ninguna categoría despectiva. Se consciente de que es imposible contentar a todos. Siempre habrá quien, condenado a ver la realidad deformada, sea incapaz de superar sus prejuicios ideológicos. Otra cosa es la relación con tus colegas de otros grupos políticos, que plantearán otras rutas, otras formas de conducir el barco. Mi consejo es que jamás caigas en descalificativos. Si te quieren llevar al barro, no te dejes arrastrar. Ahorra cualquier atisbo de ironía hiriente, deja a un lado los descalificativos, aleja cualquier tentación de soberbia. Nada desarma más que la buena educación. En ocasiones tus enemigos serán fuertes, se apoyarán en medios partidistas o en poderosos aliados que intentarán imponer sus intereses. En esos casos, firmeza y amabilidad sin perder la sonrisa.

Escucha a la gente. No pierdas el contacto con la calle. Con todos, no sólo con quien te halague. Ahora no hay unos y otros, todos son tuyos. Defiende la cultura, ponla en el centro de tu gestión. No todo es urbanismo y asfalto: la cultura crea tramas colectivas, dota de espíritu a quienes la comparten. Quizá no sea lo que más votos dé, pero harás de tu municipio un lugar mejor y generarás sinergias que serán bien valoradas.

Querido alcalde: seas de donde seas, del partido al que pertenezcas, hayas vencido en tu pueblo, villa o ciudad, no olvides estos consejos, de ellos depende que conduzcas a tus vecinos a un lugar mejor que el actual y también que tú, cuando traspases el gobierno del barco, seas mejor persona y un respetado político.