¿Quién estropeó Santa Coloma?
01/10/2010 - 09:45
EL COMENTARIO
FERNANDO ALMANSA. Periodista
La Iglesia de Santa Coloma de Albendiego, joya del románico rural del siglo XII, ha sido rehabilitada o destrozada con dinero público, bajo la supuesta supervisión de la Consejería de Educción y Cultura.
La empresa adjudicataria Rafael Gómez Galdón SL de Ciudad Real, es en teoría experta en rehabilitaciones monumentales, pero a tenor de lo hecho en Albendiego, esto resulta más que dudoso; ya que mucho me temo se han causado daños irreparables a alunas piezas de la iglesia y en particular a uno de los magníficos rosetones del ábside de la Iglesia.
La obra se ha prolongado varios meses, y parece que la empresa adjudicataria no encuentra el momento para finalizarla y recoger los bártulos y marcharse con la música a otra parte. En el camino que conduce a la Iglesia se encuentran restos de materiales sobrantes pendientes de ser retirados. Ya en la Iglesia colindante con el cementerio del pueblo, el cartel que anuncia la obra con mención de empresa ejecutora y Concejalía responsable, yace en el suelo abollada por todas partes, restos de maquinaría, sacos de cemento ya echados a perder, y restos de escombro se esparcen por doquier.
Esto siendo horrible, no es terrible; lo terrible es ver como se ha rematado la supuesta rehabilitación, y como algunos de los mejores rosetones del templo, han sido emplastecidos de forma grosera con un mortero de arena de albero y cemento blanco, que el peor albañil del mundo sabría hacerlo.
Emplastecido el rosetón como payaso en pista circense, provoca una patética y frustrante imagen. Ya quedó sepultado para los siglos la piedra original y toda posibilidad de contemplarla en su esplendor aunque fuera deteriorada por el tiempo.
Sobre la calidad de la empresa Rafael Gómez Galdón S.L. está todo dicho. Lo que no está todo dicho es sobre la responsabilidad de la Consejería de Ecuación y Cultura de Castilla La Mancha. ¿Qué supervisión y control de obra ha aplicado en este caso?, ¿Quién autorizó la utilización de estos materiales?. ¿Por qué el dinero público se usa en paladas de mortero en lugar de en restauraciones sensatas?. Me gustaría que la Consejería tomara cartas en el asunto y en la medida de lo posible se depuren responsabilidades y reparen daños, y además a ser posible que dejen de gastar nuestros impuestos en destrozar nuestro patrimonio.
La obra se ha prolongado varios meses, y parece que la empresa adjudicataria no encuentra el momento para finalizarla y recoger los bártulos y marcharse con la música a otra parte. En el camino que conduce a la Iglesia se encuentran restos de materiales sobrantes pendientes de ser retirados. Ya en la Iglesia colindante con el cementerio del pueblo, el cartel que anuncia la obra con mención de empresa ejecutora y Concejalía responsable, yace en el suelo abollada por todas partes, restos de maquinaría, sacos de cemento ya echados a perder, y restos de escombro se esparcen por doquier.
Esto siendo horrible, no es terrible; lo terrible es ver como se ha rematado la supuesta rehabilitación, y como algunos de los mejores rosetones del templo, han sido emplastecidos de forma grosera con un mortero de arena de albero y cemento blanco, que el peor albañil del mundo sabría hacerlo.
Emplastecido el rosetón como payaso en pista circense, provoca una patética y frustrante imagen. Ya quedó sepultado para los siglos la piedra original y toda posibilidad de contemplarla en su esplendor aunque fuera deteriorada por el tiempo.
Sobre la calidad de la empresa Rafael Gómez Galdón S.L. está todo dicho. Lo que no está todo dicho es sobre la responsabilidad de la Consejería de Ecuación y Cultura de Castilla La Mancha. ¿Qué supervisión y control de obra ha aplicado en este caso?, ¿Quién autorizó la utilización de estos materiales?. ¿Por qué el dinero público se usa en paladas de mortero en lugar de en restauraciones sensatas?. Me gustaría que la Consejería tomara cartas en el asunto y en la medida de lo posible se depuren responsabilidades y reparen daños, y además a ser posible que dejen de gastar nuestros impuestos en destrozar nuestro patrimonio.