"R" que "R"
Estaba serio, muy serio. Ni una sonrisa, ni un gesto de complicidad, ni un detalle más de lo estrictamente necesario. El presidente del Gobierno anuncio ayer su última remodelación ministerial como quien pasa un trámite necesario y ,la cosa, no tuvo demasiadas sorpresas, salvo que será José Blanco y no Ramón Jáuregui quien pondrá cara y voz a lo que se cueza en el consejo de ministros. Su marcha está siendo dolorosa, lenta casi interminable y haga lo que haga nadie puede evitar, al mirarle, ver su soledad. No es de extrañar porque la alegría dura poco en la casa del pobre y de hecho el sapo de ayer -después del fin de semana de la coronación de Rubalcaba- fue que nuestra prima de riesgo se sitúo nada menos que en 301 puntos básicos, un récord histórico.
EL candidato "R" se puede liar a mamporros con los banqueros, fustigar a los mercados, pasar la pagina del zapaterismo como si no fuera con él, matar al padre, incluso ponerse la camiseta del 15-M e irse a acampar a la puerta del Sol si le place, pero la dura realidad pone a su gobierno, es decir a los suyos, ante un espejo en el que mirando la cruda realidad solo se ve desesperanza. Una vez superada la liturgia de la coronación, lo peor es que los ciudadanos sigan viendo al rey desnudo, por mucho que se empeñe en travestirse de algo que no ha sido durante los últimos siete años.
No se puede negar que "R" esta intentando buscar al PSOE perdido, ese que antaño era perfectamente reconocible porque siempre tenía guardianes férreos de las esencias ideológicas. EL problema es que es muy difícil predicar una cosa y seguir haciendo la contraria y hacer una oferta diferenciada en política económica entre Moncloa y en Ferraz gobernando los mismos. "R" quiere regalar el oído al electorado de la izquierda que le ha abandonado, pero cada vez que abra la boca habrá alguien que le preguntara porque no lo hizo antes o le sugirió al presidente que lo hiciera. Siempre ha sido un buen orador y un hábil estratega, pero se necesita algo más que un verbo florido para convencer a los ciudadanos que le dieron la espalda hace un mes y pedirles que hagan borrón y cuenta nueva. Dice Llamazares que Rubalcaba -en su acto de coronación por la vía del dedazo- hizo una enmienda a la totalidad a la política económica de Zapatero y tal vez sea así, pero navegar entre dos aguas puede ser muy arriesgado en río revuelto y, ya se sabe, que siempre hay pescadores de la nada que quieren hacer su agosto.
Tampoco el cambio de caras en el gobierno ayudará demasiado, aunque eso sí, se podrá dar más peso al partido y transmitir directamente su argumentario. Siendo como es José Blanco el todopoderoso vicesecretario general del PSOE será mas fácil que, en la cita de los viernes con los medios de comunicación, se ponga en valor lo que dicte Ferraz. En resumen se venderá la acción del partido porque de la acción del gobierno hay poco que vender. El nombramiento de Antonio Camacho es sin más el ascenso del fiel escudero que continuará con la política marcada por su jefe en materia antiterrorista y eliminando una vicepresidencia, al menos nos ahorraremos unos dinerillos que no viene mal.