Rafa de Mochales

21/11/2020 - 14:45 Antonio Yagüe

Imposible encontrar una persona con más amigos en el valle, la comarca y en Barcelona con Teresa.

Uno muestra lo que es en los amigos que tiene”, dejó escrito el sabio y casi paisano Baltasar Gracián. La sentencia, hace cuatro siglos, parece hecha a medida de Rafa de Mochales. Hasta le sobra el Gutiérrez, mayoritario junto a García en este pueblo del Mesa, sumido en un silencio abismal por su inesperada muerte.

Imposible encontrar una persona con más amigos en el valle, la comarca y en Barcelona con Teresa. O en otros lugares por donde se ha desperdigado la mucha gente que le conoció y apreciaba su conversación siempre cálida y la bondad marcada en la cara como los hombres de Delibes llevaban grabado el ser de pueblo. Seguro que hasta en París o donde parara en sus interminables rutas de camionero vocacional iba fardando de su amor insuperable a esta tierra y sus gentes.

“Ando sin cobertura. Pero cuando se pueda y tengamos un poco de tiempo, tenemos que remediar esto. El sitio lo seguimos teniendo”, me wasapeó hace unos días tras mi artículo que evocaba viejos bares como el de sus padres y abuelos en la plaza, una habitación casi intacta por donde el tiempo se ha olvidado de pasar. Siempre optimista, Rafa se manejaba como un maestro de la amistad y promotor de fiestas, zongas y otras alegrías. 

Seguro que se reiría de la advertencia de Quevedo “Dios nos libre del día de las alabanzas” y se pondría algo colorado si viera las redes llenas de elogios totales del tipo “la mejor persona que he conocido”. En la familia coincidíamos en que ha juntado y superado lo mejor de sus padres. Su repentina muerte nos ha dejado con la boca vacía de palabras y la cabeza llena de recuerdos. Siempre con aquella sonrisa que nunca se quedaba sin cobertura. Estremece pensar cómo será Mochales sin Rafa esas mañanas invernales en que el frío corta en el valle como una navaja. Dicen que la muerte no nos roba a los seres que estimamos. Es verdad, nos los guarda e inmortaliza en el recuerdo. Se ha llevado su cuerpo pero su espíritu alienta en nuestros corazones.