Razones personales

09/05/2011 - 00:00 Antonio Pérez Henares

 
En el año 1999 Batasuna se presentó a las elecciones municipales en muchos lugares de España. Así se hizo con los censos y con ellos con las direcciones de muchos ciudadanos. En el año 2001, cuando me dirigía a dar una conferencia al Instituto de Mondejar (Guadalajara) recibí una llamada urgente del Ministerio del Interior. Habían detenido a un Comando Madrid de ETA. Entre la documentación incautada, mi nombre figuraba como objetivo, entre una lista de un puñado de periodistas, así como mi dirección familiar en Madrid, la profesional, el nombre de mi mujer, mi foto y algunas anotaciones sobre mis desplazamientos a mi provincia natal. No he contado públicamente nunca aquello. No solicité escolta. Algunos datos indicaban que los seguimientos habían sido viejos. De cómo habían obtenido algunos de los datos iniciales la policía no tenía duda alguna: "Los han sacado del censo que les ha entregado Batasuna". Aquellos días de recurrente recuerdo, la mirada bajo el coche, la aprehensión al ponerlo en marcha, se me vinieron de golpe la noche del pasado 5 de mayo a la cabeza.
  Y aquella frase de un comisario de policía me martilleó en la sien. Seis magistrados, que no jueces pues no tienen tal condición de carrera ninguno de ellos, aupados al Tribunal Constitucional por el PSOE, legalizaron a los nuevos "batasunos". Lo hicieron dicen por no sé que razones jurídicas y desde luego algunas políticas proclamadas tanto por el PSOE, aunque con la boca pequeña, como por los socios del PNV y los propios afectados a bocaza plena y con fanfarrón alarde. "Cosas que no se pueden contar", que "morroskea" Urkullu. Lo ha hecho el TC contra toda evidencia, con ceguera de hechos y pruebas, con desprecio a los antecedentes y a las víctimas y contra el propio Tribunal Supremo. Los "Bildus" agradecieron el gesto al día siguiente señalando lo que era una obviedad, que había sido una decisión política y se negaron incluso al mínimo gesto de pedir la disolución de ETA. ¿Cómo van a hacerlo si son su criatura?
  Desde luego, estos señores que les han dado la papeleta a los proetarras -aunque sus jefes sigan guardando la pistola- y que han dicho que a pesar de su pasado y su presente tienen todas las bendiciones democráticas tendrán sus razones. Y las tendrá también quien les colocó allí y les indicó su voto, Rodríguez Zapatero. Yo tengo las mías. Unas que son de muchos, de una inmensa mayoría de nuestra ciudadanía. Otras íntimas y personales. Por ellas, hay un antes y un después de esa noche del 5 de mayo. No puedo considerarme al mismo lado de quienes para mí han perpetrado tal atropello y bendecido a los peores enemigos de la libertad y la democracia que ha soportado durante estos años España. Tampoco puedo hacerlo de las siglas que, de manera reptilesca, cobarde, mendaz y torticera han aparentado hacer una cosa y perpetrado la exactamente contraria. Pregonar la impugnación y alentar la legalización, de la que se han alegrado ostensiblemente y sobremanera, sobre todo Zapatero y sus cercanos.
  Lo expresaba magníficamente Antonio Casado. Parecer pretender la prohibición de las listas pero "con su voto en contra" y hacer el supino ejercicio de cinismo por miedo a la reacción popular de las gentes y del sentimiento de sus propios afiliados y votantes de enfatizar su discurso y actos encaminados a impedir que los proetarras estuvieran en las elecciones y entraran en las instituciones y estar deseando que el Tribunal Constitucional les quitara la razón. Cosa fácil porque son ellos quienes allí les pusieron y bastaba con decírselo. Como al fin se lo dijeron. Tendrán sus políticas razones. Han cruzado una línea. Todos. Quienes han diseñado la travesía y quienes silentemente lo acatan sin rechistar siquiera ante la felonía. Es una línea que me separa. De manera total y definitiva. Por muchas razones y por razones personales.