Rebautizos complicados

23/04/2022 - 17:54 Antonio Yagüe

Los municipios pacenses de Don Benito y Villanueva de la Serena pueden pasar a la historia tras el reciente refrendo popular de su fusión en las urnas.

Un matrimonio tan excepcional en España que solo tiene tres precedentes en los últimos 40 años. Atrás quedó la marejada de concentraciones en los setenta que solo en nuestra provincia convirtió a un centenar largo de pueblos en las mal llamadas “pedanías”.

Sobran ejemplos en el Señorío, y polémicas bajo el denominador común de que los nuevos alcaldes priman con atenciones y recursos a su pueblo, que mayormente impone su topónimo. Los expertos atribuyen el escaso éxito de las fusiones a identidades arraigadas, y a la falta de respaldo político y alternativas para prestar servicios con eficiencia sin necesidad de cambiar el nombre y la naturaleza del municipio. Ni la FEMP ni la España Vaciada apadrinan una vía que ha suscitado rechazos enconados por rencillas históricas como Alcobendas y Sanse en Madrid.

El próximo debate entre las dos ciudades será  la denominación de la posible tercer ciudad de Extremadura. Su nuevo topónimo. Algo que parece intrascendente, resulta un gigantesco foco de conflicto. Lleva a vecinos quisquillosos a hablar despectivamente de su Ayuntamiento como si sólo fuera del pueblo “dominante” y a reavivar piques y rivalidades.

Han acordado que el nombre no aluda a los de ellas mezclando denominaciones como Villabenito o Benitoserena.  El Don chirría en Villanueva, y ninguno  quiere ir de cola. Lo decidirá en dos meses un comité formado por los dos cronistas oficiales, un ex rector de su Universidad y un lingüista y escritor.

Se especula jugar con el nombre de la comarca que las une, La Serena-Vegas Altas, e incluso con el Guadiana. También caben propuestas de carácter histórico, siempre con el beneplácito de villanovenses y dombenitenses. Por cierto, tendrán que buscar del mismo modo, un gentilicio que los sustituya, aunque transcurrirán décadas y generaciones que seguirán usándolos por pura tradición.

Es complicado. Pero seguramente haber rebautizado nuestros municipios concentrados con nombres de cerros, ríos o parajes compartidos (Cabeza del Cid, Mesa, Gallo, Barranco de la Hoz…), conservando los antiguos como barrios, habría beneficiado a la convivencia.