Reconocimiento y atención a las personas mayores
En el Día Internacional de las Personas Mayores tenemos la ocasión de manifestarles nuestro reconocimiento y reflexionar sobre sus necesidades y si realmente estamos a la altura como sociedad de lo que merecen.
Esta semana se ha celebrado el Día Internacional de las Personas Mayores, ocasión que ha servido para reconocer su trascendencia en la construcción de la sociedad que hoy disfrutan las generaciones posteriores, recordar que son fuentes de sabiduría- auténticas enciclopedias vivas de la historia y tradiciones de nuestras localidades- que deben ser escuchadas y por todo ello les agradecemos su trabajo y legado. Distintos homenajes simbólicos, palabras de reconocimiento sirven para el debido agradecimiento, lo que es justo y obligado, pero lo que toca ahora es cuidarles, atenderles, estar pendientes de sus situaciones y necesidades. Hay muchos mayores que padecen de soledad no deseada y a causa de la edad bastantes más sufren algún tipo de dependencia, otros son víctimas de lo que llamamos ‘edadismo’, o sea que quedan marginados o desplazados por los avances tecnológicos que les dejan fuera de juego a la hora de ir a una entidad financiera, realizar cualquier tipo de gestión ante una administración o comunicarse en la era de los móviles, los mensajes, los whatsapp, o las centralitas automáticas en las que atienden máquinas que llevan a marcar una y otra vez números sin encontrar una persona detrás. Todo ello son barreras, dificultades para quienes no han crecido, ni trabajado con estos instrumentos, por lo que lo novedoso, por fácil o intuitivo que pueda ser, se convierte en una cuesta difícil de subir y en muchas ocasiones no hay un hijo, nieto o cuidador para socorrerles.
Los tiempos avanzan muy rápido y los políticos siempre prometen que nadie se quedará atrás, pero no suelen pensar en quienes por edad no pueden ni tienen porque seguir ese ritmo, en quienes ya han cumplido. Nuestra obligación es hacérselo fácil, ayudarles en sus papeleos con médicos, farmacias o bancos, llevarles la comida a casa, facilitarles ayuda doméstica o personal si se requiere, permitirles que puedan seguir residiendo en su pueblo o si las circunstancias lo exigen que tengan a su disposición buenas y asequibles residencias donde pasar su última etapa. Programas de envejecimiento activo, revalorización de pensiones, ofertas de ocio y cultura, servicios tanto en entornos urbanos como rurales, todo lo que se haga por nuestros mayores será devolverles una parte de lo que ellos hicieron por nosotros. Lo merecen y no podemos fallarles.