Reconstrucción antropológica

04/05/2020 - 20:23 Jesús Fernández/Catedrático

Estamos haciendo un análisis de la vida y de los comportamientos políticos. 

Estamos camino de vandalizar la democracia. Sólo interesa la rapiña y el botín, la ambición y el poder, el dinero y la riqueza. Es el hombre al que tenemos que reconstruir. Se habían destruido valores, actitudes, principios, ideales. Sólo quedaban las estrategias. ¿Dónde está la nueva normalidad de la que todos hablan?  Tanto desde el punto de vista antropológico como desde el punto de vista sociológico, podemos denominar a esa reconstrucción como una  reunificación. Reunificación de los sentimientos y deseos personales como reunificación de los sentimientos sociales o políticos. Estamos hablando de un socialismo religioso al estilo del que habla O. H. Von der Gablenz (1898-1972) en toda su obra. Es el hombre el que debe ser reconstruido, reformado.

Estamos haciendo un análisis de la vida y de los comportamientos políticos. Partimos de la experiencia, no de los conceptos. Estado, parlamento, partidos, funcionarios forman parte de la política  como forman parte las Iglesias de la Religión, las Empresas de la Economía, como las Esuelas forman parte de la Educación o los Teatros de la Cultura. Tenemos que referirnos a tres clases de concebir al Estado: o existe el Estado democrático dotado de una Constitución, o existe el Estado nacionalista con un espíritu  más cerrado y excluyente o existe un Estado totalitario que hace del poder su alimento diario. Este es el Estado marxista y leninista que inspira algunos imperialismos, algunos populismos de hoy.     

Nunca como ahora se habían enfrentado, en la política, estos dos extremos: persona y Estado. La persona pertenece al orden del espíritu y no siempre es tratada así. Esperemos que la política, cada vez,  tenga más en cuenta la condición de persona del hombre. Por lo demás, en la cultura moderna emergen dos categorías principales que son la persona (el hombre) y el mundo. El mundo está formateado por el espíritu según la racionalidad de las ideas. Sin esta diferencia entre el espíritu (el hombre) y la naturaleza, no se entiende la idea de responsabilidad o de conciencia. Sin ella, el hombre sería una fuerza bruta, sin voluntad como la naturaleza. Sin el hombre en el centro, no se entiende ninguna política.

De  la persona, pasamos a las personas, a  la comunidad, a la sociedad. Las personas, sean  hombres o mujeres, niños,  adolescentes o maduros, blancos o negros,  tienen que ser reconocidas como una unidad, una humanidad. Las diferencias deben ser reconocidas y aceptadas  como parte de la unidad. El hombre como tal, también es naturaleza, es decir, nace, crece, se alimenta, enferma, se muere, También esto debe ser contemplado por la política. Entre los hombres hay una comunidad que no brota de las alianzas o de los pactos sino que ya viene dad, aliada y pactada por la naturaleza de la persona. Las personas, los ciudadanos, no formarían alianzas si previamente no estuviesen llamados u orientados a la comunidad política. La categoría de pertenencia a una comunidad es muy importante en la vida de los pueblos. Porque existen grupos de  vida y grupos de ideologías. Así se cierra el círculo de esta reconstrucción antropológica que tanto necesitamos. Es la reforma de las ideologías en base a que el hombre es persona, es espíritu y es comunidad. y ha  torcido sus ismos aunque sean populistas.